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El afán de última hora

"No obstante la constante crítica a la actuación de los congresistas y el consecuente mal ambiente que se ha creado alrededor del órgano legislativo como representante de la política nacional, es obligación reconocer que el Congreso trabaja con responsabilidad".

20 de junio de 2013 Por:

"No obstante la constante crítica a la actuación de los congresistas y el consecuente mal ambiente que se ha creado alrededor del órgano legislativo como representante de la política nacional, es obligación reconocer que el Congreso trabaja con responsabilidad".

Quedan pocas horas para que el Congreso de la República culmine la primera legislatura ordinaria del 2013. Mientras se hace el balance de su actuación, el fantasma del pupitrazo que aprueba normas sin el cuidado suficiente para impedir errores y ‘micos’ de último momento se hace de nuevo presente, poniendo en tela de juicio la labor del Congreso. A menos de 24 horas de culminar su labor del primer semestre del corriente año, todavía esperan decisiones proyectos tan sensibles para la buena marcha de la Nación como la ley estatutaria del servicio de salud, que está en crisis. Muchos sectores temen que en la votación que debe realizarse hoy, aparezcan las malas artes que hace un año hicieron abortar la reforma a la Justicia, otra iniciativa que los colombianos llevan años esperando. Aunque la fracasada reforma estaba muy lejos de satisfacer lo que el país demandaba, la manera bochornosa como fue modificada se convirtió en motivo de descrédito para la corporación que se supone es el escenario natural de la democracia colombiana. Para justificar tal actuación se argumenta que esa es la forma tradicional de proceder en la aprobación de las leyes, en la medida en que se deben escuchar todos los puntos de vista y construir un consenso. Pero la experiencia demuestra que con ello se han producido también grandes descalabros, puesto que, en muchas ocasiones, esa forma de actuar a última hora ha abierto la puerta a verdaderos orangutanes. Basta recordar lo ocurrido hace 24 años, cuando el entonces ministro de Gobierno, Carlos Lemos Simmonds debió recurrir a todos sus recursos como político para hundir una ley contra la extradición de colombianos. No obstante la constante crítica a la actuación de los congresistas y el consecuente mal ambiente que se ha creado alrededor del órgano legislativo como representante de la política nacional, es obligación reconocer que el Congreso trabaja con responsabilidad. Por supuesto, su labor no puede calificarse tanto por el número de leyes que expida como por la importancia de las que son debatidas y aprobadas. Ahora mismo se puede mostrar como un buen resultado el que se haya aprobado el estatuto de la Justicia Penal Militar o el Código Penitenciario y Carcelario, normas que sin embargo aún esperan el proceso de conciliación entre el Senado y la Cámara de Representantes.Pero sí existe una gran preocupación sobre lo que pueda suceder con la reforma a la salud, asunto que debe resolver uno de los temas neurálgicos del país y el cual tendrá consecuencia directa sobre 43 millones de colombianos. Aunque el debate ha sido amplio y ha contado con la participación de todos los sectores, también se sabe de presiones externas e intentos por obtener dividendos políticos de parte de algunos de los congresistas que han actuado en su trámite. Todo lo cual lleva a temer que la forma de definir las cosas, en pocas horas y sin que exista la suficiente transparencia y los partidos se hagan responsables, pueda ocasionar vicios legales y decisiones que no consultan las necesidades de la Nación.

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