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Ejemplo inolvidable

Esas eran las épocas que le correspondieron enfrentar al inolvidable periodista, ejemplo mundial cuando se recuerda la libertad de expresión y el deber de defenderla como esencia de la democracia. Y como él, más de una centena de sus colegas han pagado con su vida y muchos más con su integridad o su exilio por ejercerla. Por convertirse en la voz que denuncia y alerta a los ciudadanos contra sus grandes enemigos.

4 de noviembre de 2016 Por:

Esas eran las épocas que le correspondieron enfrentar al inolvidable periodista, ejemplo mundial cuando se recuerda la libertad de expresión y el deber de defenderla como esencia de la democracia. Y como él, más de una centena de sus colegas han pagado con su vida y muchos más con su integridad o su exilio por ejercerla. Por convertirse en la voz que denuncia y alerta a los ciudadanos contra sus grandes enemigos.

A partir de la presente semana se inició una sucesión de actos dirigidos a recordar el legado inolvidable de don Guillermo Cano y los 30 años de su asesinato, el 17 de diciembre de 1986. Es la manera de mantener viva la memoria de quien murió defendiendo con su pluma a la sociedad colombiana de los males que la amenazaban entonces y aún hoy siguen siendo enemigos de la concordia y la convivencia pacífica.Como periodista y como director del Espectador, don Guillermo fue ejemplo de consagración a su profesión y maestro del oficio. Por la redacción del diario bogotano pasaron muchos de los redactores, cronistas y escritores que, como Gabriel García Márquez, desempeñaron un papel de singular importancia para el periodismo nacional y de toda América. Todos ellos tuvieron siempre la tutela de quien nuca fue protagonista aunque su nombre se pronunciaba con respeto y admiración por la forma en que ejercía su carácter de director y mentor.Su memoria debe ser evocada por ser el símbolo del sacrificio en defensa de los principios que evitan el derrumbe moral. Son esos valores que lo llevaron a enfrentar con decisión admirable la corrupción, el abuso de poder y las malas prácticas que destruyen las instituciones públicas y afectan la vida del ciudadano. Y los que, sin proponérselo, lo situaron como la voz contra el narcotráfico al cual combatió sin cuartel, usando como arma su pluma de columnista y la orientación del diario que un siglo atrás fundaran sus antepasados. Más que una demostración de la audacia de don Guillermo, que nunca tuvo un arma ni la escolta policial, la manera en que se produjo el asesinato desnudó la fragilidad y la incapacidad del Estado para responder a los desafíos que representaban los carteles del narcotráfico, los cuales compraban conciencias para que fueran sus cómplices y cubrían de sangre y tragedia al país con el terrorismo, el asesinato selectivo y la intimidación para silenciar las voces que se atrevieran a denunciarlos.Esas eran las épocas que le correspondieron enfrentar al inolvidable periodista, ejemplo mundial cuando se recuerda la libertad de expresión y el deber de defenderla como esencia de la democracia. Y como él, más de una centena de sus colegas han pagado con su vida y muchos más con su integridad o su exilio por ejercerla. Por convertirse en la voz que denuncia y alerta a los ciudadanos contra sus grandes enemigos.Pero ese gran valor ha tenido como respuesta la impunidad. A pesar de haber sido declarado por la Fiscalía General de la Nación como delito de lesa humanidad, el crimen de don Guillermo Cano continúa en las tinieblas, no obstante que se hayan acusado y condenado a unos pocos de sus autores materiales e intelectuales. Treinta años han transcurrido. El homenaje que el pasado miércoles le tributaron organizaciones de medios y periodismo en el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas creado por la Unesco, es un homenaje a don Guillermo y a la vez un recuerdo para la sociedad sobre la obligación de exigir la verdad como requisito para que exista la libertad.

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