El pais
SUSCRÍBETE

Dos fallos, una salida

"Ya parece claro que la manera de resolver el diferendo colombo nicaragüense es el diálogo que termine en un tratado que ponga punto final a la controversia. Incluso, y pese al amargo sabor que les quedó a los colombianos, muchas voces se levantan ya para pedir que se inicie un acercamiento con Nicaragua para implementar la decisión del Tribunal de La Haya".

31 de enero de 2014 Por:

"Ya parece claro que la manera de resolver el diferendo colombo nicaragüense es el diálogo que termine en un tratado que ponga punto final a la controversia. Incluso, y pese al amargo sabor que les quedó a los colombianos, muchas voces se levantan ya para pedir que se inicie un acercamiento con Nicaragua para implementar la decisión del Tribunal de La Haya".

Respondiendo a una reclamación de Perú, la Corte Internacional de Justicia emitió su fallo sobre el diferendo de ese país con Chile acerca de las aguas limítrofes y el derecho de explotación. A juzgar por la reacción de sus gobiernos, el consenso sobre su aceptación es indiscutible y sólo queda por dar los pasos para protocolizar la delimitación de la frontera mediante un tratado que deberá ser negociado sin intervención externa. La sentencia fija una línea que define los límites a los derechos de explotación económica de una zona ubicada en el Océano Pacífico y considerada como una de las más ricas en pesca del Planeta. Con ello reconoció el 70% de las pretensiones del Perú, que algunos calculan en 50.000 kilómetros cuadrados. Por supuesto, Chile se siente algo derrotada, aunque parece ser que en el área que le reconoció el Tribunal de La Haya se concentra gran parte del potencial económico de la zona en disputa. Pero ya está claro que las dos naciones acogieron el veredicto, y a pesar de las inconformidades están dispuestas a realizar lo necesario para mantener una relación de hermandad. Cosa distinta ocurrió con la decisión de la Corte Internacional en el litigio de Colombia y Nicaragua. En este caso, el fallo produjo alteraciones que no parecen fáciles de explicar, como crear enclaves que aíslan a los cayos y entregar porciones de mar a Nicaragua donde los nativos de San Andrés y Providencia han realizado sus labores de pesca durante siglos. Por supuesto, la reacción de Colombia ha sido de inconformidad, mientras la de Nicaragua es recurrir de nuevo a la Corte para exigir más derechos en la plataforma continental. Son dos fallos distintos, que deberían tener una idéntica salida: seguir la recomendación de la Corte Internacional de establecer negociaciones para llegar a un acuerdo que fije los límites, elevarlo a tratado e involucrarlo a la legislación interna, en nuestro caso, la Constitución Nacional. Por lo que puede deducirse en cuanto a Perú y Chile, esa solución final no parece difícil, puesto que ya sus presidentes han expresado su acatamiento y el propósito de realizar la negociación. Pero otra cosa está sucediendo entre nuestro país y el incómodo vecino centroamericano. En efecto, ya parece claro que la manera de resolver el diferendo colombo nicaragüense es el diálogo que termine en un tratado que ponga punto final a la controversia. Incluso, y pese al amargo sabor que les quedó a los colombianos, muchas voces se levantan ya para pedir que se inicie un acercamiento con Nicaragua para implementar la decisión del Tribunal de La Haya. Pero, ¿hasta dónde es posible ese camino, si Nicaragua demanda de nuevo, exigiendo más territorio para tratar de apoderarse de la plataforma continental, llegando incluso a desconocer los derechos de Panamá y Costa Rica además de los nuestros? Esa es la gran pregunta. Que no tendrá pronta respuesta mientras Daniel Ortega sea el presidente de la nación centroamericana. Más aún si el mandatario será reelegido sin límite en el tiempo, como todo indica que va a suceder.

AHORA EN Editorial