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Dos años después

"...reconstruir Haití no es sólo un asunto de erigir de nuevo edificaciones con materiales resistentes en sitios adecuados. Es construir un tejido social donde todo está por hacer, desde la primera infancia hasta la senectud".

16 de enero de 2012 Por:

"...reconstruir Haití no es sólo un asunto de erigir de nuevo edificaciones con materiales resistentes en sitios adecuados. Es construir un tejido social donde todo está por hacer, desde la primera infancia hasta la senectud".

Hace dos años un terremoto catastrófico devastó Haití y llevó al pueblo del país más pobre del hemisferio occidental a vivir una vorágine de miseria y privaciones sin antecedentes. 300 mil muertos, un millón y medio de damnificados, epidemias, ruina general y ninguna expectativa de mejoría, fue el cuadro desolador que impactó al mundo y produjo incontables declaraciones de solidaridad, lo mismo que ofertas de ayudas que nunca se materializaron. Así, con el palacio de gobierno destruido, más de 500 mil personas viviendo en carpas de emergencia y un reporte diario, según la OMS, de 200 casos de cólera, se puede constatar que, dos años después, la reconstrucción de Haití no ha comenzado.El presidente Martelly se queja de que la mayor parte de las ayudas ofrecidas no han llegado, pero tampoco tiene una sola palabra de insatisfacción para con los funcionarios de su gobierno que no parecen capaces de hacer nada para sacar al país del precipicio en el que se encuentra. Al lado de la sede del gobierno se encuentra el Champ de Mars, el más pobre de los gigantescos campamentos de refugiados en la capital, que es considerado “el mayor prostíbulo infantil del mundo”, por el que circulan extranjeros, haitianos acomodados y funcionarios públicos, subastando el cuerpo de niñas que son ofrecidas por sus padres, familiares, amigos y ‘protectores’, ante la vista absorta de todo aquel que quiera presenciarlo.Como no hay reconstrucción real a cargo del Estado, la gente misma está tratando de reconstruir sus viviendas, echando mano de los escombros que se encuentran por todas partes, con lo que garantiza una devastación aún mayor cuando ocurra otra contingencia natural, lo que sin duda se encuentra en el horizonte. No hay que olvidar que Haití se encuentra en una zona inestable del planeta y que la tragedia ocurrida hace dos años es apenas un aviso de dramas por ocurrir.Pero reconstruir Haití no es sólo un asunto de erigir de nuevo edificaciones con materiales resistentes en sitios adecuados. Es construir un tejido social donde todo está por hacer, desde la primera infancia hasta la senectud. La urgencia en remover escombros de cemento no puede hacer olvidar la importancia de remover los escombros del alma de la comunidad haitiana, donde millones están privados de todo mientras una pequeña minoría de aristócratas mulatos aparentemente seguros en sus palacetes de las colinas de Puerto Príncipe se burlan de la miseria y el atraso que yace a sus pies.En la insultante inequidad social y en la conformidad producto de la ignorancia se encuentra la raíz del mal que padece esta Nación caribeña, y sus resultados son peores que las devastadoras contingencias naturales. Los gobernantes de Haití, Martelly incluido, han demostrado hasta la saciedad que son incapaces de afrontar aquella infamia social y de empezar por educar al pueblo y ofrecerles otra oportunidad para sus vidas. Y claro, han fracasado en la tarea de reconstruir el país. La mejor evidencia es la existencia de Champ de Mars a pocos metros de donde despacha el Presidente de la República.

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