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Derrota al contrabando

Ciento sesenta y nueve contenedores repletos de contrabando, quinientas aprehensiones por valor de $135.000 millones y un impacto enorme en la economía, es sólo una parte de la enorme operación descubierta en este año por la Dirección de Aduanas e Impuestos, Dian. Esa es una de las grandes causantes de la competencia desleal contra la industria nacional, que destruye el empleo formal y fomenta el desconocimiento de la ley bajo el pretexto de cumplir una función social.

11 de diciembre de 2017 Por: Editorial .

Ciento sesenta y nueve contenedores repletos de contrabando, quinientas aprehensiones por valor de $135.000 millones y un impacto enorme en la economía, es sólo una parte de la enorme operación descubierta en este año por la Dirección de Aduanas e Impuestos, Dian. Esa es una de las grandes causantes de la competencia desleal contra la industria nacional, que destruye el empleo formal y fomenta el desconocimiento de la ley bajo el pretexto de cumplir una función social.

El contrabando es enemigo de la institucionalidad. Con él se realizan audaces operaciones como lavar fortunas generadas por el narcotráfico, que vuelven al país en zapatos, telas, juguetes o electrodomésticos, mercancías que son vendidas a precios irrisorios y no pagan aranceles y sus consumidores no cancelan el IVA. Con ello, las empresas nacionales quedan en imposibilidad de competir, ocasionando además graves perjuicios a la sociedad expresados en desempleo y pobreza.

Pero, así mismo, Colombia se acostumbró a convivir con el contrabando a través de sitios reconocidos. Además de los consumidores que conocen bien en qué lugar pueden comprar artículos absurdamente baratos producidos casi todos en China, las autoridades también saben dónde se ubican, cómo llegan, cómo se distribuyen. Por qué no se combaten para impedir el desangre que ocasiona a los fiscos nacional, departamentales y municipales, es uno de los grandes enigmas.

Hace unos meses, las textileras y los fabricantes de ropa se quejaron por las circunstancias ruinosas a las que los estaba llevando el contrabando, cuyo monto para el año 2016 se calculó en US$1620 millones. Desde los hilos con los cuales se fabrican las telas, hasta las más sofisticadas prendas de vestir, la cadena estaba en riesgo de desaparecer, lo que llevó al Gobierno a reaccionar contra una actividad que también es enemiga del erario. Por eso, varias empresas, debido a las “condiciones negativas de la economía”, anunciaron su decisión de cesar sus actividades y una de ella paralizó su producción.

Según los cálculos del sector textilero, el contrabando amenaza una industria que genera 850.000 empleos y obligó al cierre de 3200 pequeñas y medianas empresas. Si a ello se suma la destrucción que ha producido en la industria del calzado y en el comercio formal, puede llegarse a un indicio de la repercusión que tiene en el Producto Interno Bruto. Y todo ello, sin incluir el efecto que tiene en las prácticas comerciales al dar la sensación de que el delito paga y es fácil evadir las obligaciones tributarias.

El esfuerzo de la Dian en Buenaventura hay que felicitarlo. Con ello se demuestra que sí es posible combatir una actividad que causa daño a toda la sociedad, siempre que existan la voluntad y el respaldo para hacerlo. Ya no se puede aceptar que con ella se da trabajo a miles de personas y que está generando ingresos que se irrigan en la sociedad. Lo que sí produce es un mundo de ilegalidad y de evasión que obliga a subir los impuestos y pone en grave riesgo a actividades como la fabricación de textiles, las confecciones y al mismo comercio formal.

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