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Democracia y protesta

"Asegurados en la capacidad de perturbación de su movimiento, ahora ya no les parece suficiente que se acepten sus exigencias de cancelar la posibilidad de crear universidades con ánimo de lucro y de retirar el proyecto del Congreso. Ahora quieren más cosas, muchas de ellas alejadas de la reforma a la educación superior".

11 de noviembre de 2011 Por:

"Asegurados en la capacidad de perturbación de su movimiento, ahora ya no les parece suficiente que se acepten sus exigencias de cancelar la posibilidad de crear universidades con ánimo de lucro y de retirar el proyecto del Congreso. Ahora quieren más cosas, muchas de ellas alejadas de la reforma a la educación superior".

Respondiendo a la oferta del presidente Juan Manuel Santos de retirar la reforma a la educación superior y abrir un diálogo con quienes se oponen a la iniciativa, los directivos del movimiento que mantienen un paro de más de dos meses en las universidades públicas aún no se pronuncian sobre la propuesta. Y mientras tanto, centenares de miles de estudiantes padecen el perjuicio de un ofrecimiento que tiene más una intención de producir efectos políticos. Está claro que el Gobierno ha desplegado un generoso esfuerzo para hacer conocer la iniciativa y adelantar un debate amplio. El retiro de la propuesta sobre la autorización de universidades con ánimo de lucro demostró el espíritu abierto para discutir una medida necesaria y la voluntad de construir un consenso alrededor de la reforma a un régimen que se ha convertido en un cuello de botella para la universidad pública.Ahora, y en un gesto que debe reconocerse, el presidente Santos ofreció retirar la iniciativa y abrir un diálogo con los estamentos universitarios. El Gobierno podría circunscribir el debate a las sesiones del Congreso donde se analiza su propuesta, como ordena la Constitución, con lo cual se cumplirían los presupuestos democráticos. Pero, sabedor del daño que causa el paro entre los miles de estudiantes que desean regresar a las aulas, el presidente Santos ha hecho ese ofrecimiento a cambio de finalizar el movimiento que ayer se tomó de manera pacífica las calles de las principales ciudades.El gesto del presidente Santos tiene pocos antecedentes en la historia de Colombia. Pero la respuesta de los promotores del paro sigue siendo desapacible e indica la poca voluntad de lograr un acuerdo sobre la educación. Asegurados en la capacidad de perturbación de su movimiento, ahora ya no les parece suficiente que se acepten sus exigencias de cancelar la posibilidad de crear universidades con ánimo de lucro y de retirar el proyecto del Congreso. Ahora quieren más cosas, muchas de ellas alejadas de la reforma a la educación superior.Al ofrecer el retiro de la iniciativa, el Gobierno da un ejemplo de democracia. Pero todo debe tener un límite. En este caso, lo que se asoma es un interés en hacer política mediante el uso de las vías de hecho, así en esta ocasión no se hayan producido muchos atentados contra el orden público. O, ¿cómo puede interpretarse el afán por tomarse la Plaza de Bolívar y mantener allí una manifestación permanente? Eso es una forma de abusar del derecho a la protesta pública que consagra la ley colombiana.Lo cierto es que movilizaciones como la de ayer afectan a millones de ciudadanos y paros como el que se realiza hace más de dos meses perjudican a cientos de miles de estudiantes. Por eso hay que poner un límite y exigir un comportamiento responsable. Que acepten la propuesta del presidente Santos y se sienten a dialogar sobre la reforma estudiantil, o que el gobierno actúe para evitar que los miles de estudiantes de 32 universidades públicas paguen los platos rotos de una protesta que desde sus inicios ha tenido tiene un objetivo político distinto al mejoramiento de la educación superior.

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