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De la ficción a la realidad

El nuevo proyecto en el que trabaja el Ciat es el de Semillas para el Futuro, el mayor banco de germoplasma de última generación para la conservación y distribución de fríjol, yuca, forrajes tropicales, y plantas silvestres similares.

5 de mayo de 2017 Por: Editorial .

La acelerada desaparición de las especies naturales preocupa como nunca a la humanidad. En su búsqueda de posibilidades que le permitan preservar esos recursos y asegurar su supervivencia y la del planeta, ha encontrado alternativas que hasta hace pocos años parecían imposibles.

Si algo se puede asegurar hoy es que la ciencia ficción ha sido superada por la realidad. Aquellas imágenes futuristas en las que una nave aterrizaba en otro planeta o se construía una gran bodega en las profundidades del Polo Norte para asegurar la reserva de alimentos para la población mundial si se llegaba a situaciones extremas, se han materializado.

La Bóveda Global de Semillas que existe en la isla noruega de Svalbard, en zona ártica, es un buen ejemplo. Esa ‘cueva’ moderna abierta en las entrañas de una montaña glacial es el lugar al cual los centros de investigación agrícola del mundo están enviando sus muestras más especiales para que sean salvaguardadas en las mejores condiciones y puedan utilizarse dentro de 30, 40 o 50 años.

Colombia y el Valle tienen allí un aporte de incalculable valor: 54.473 muestras materiales de fríjol y forraje enviadas a la Bóveda en los últimos ocho años por el Centro de Internacional de Agricultura Tropical, Ciat, que estarán protegidas por al menos medio siglo. Ellas hacen parte de las semillas creadas o mejoradas genéticamente por los científicos que trabajan en esa institución ubicada en Palmira, para que resistan los cambios climáticos que está sufriendo el Planeta y puedan servir para aliviar los problemas de alimentación que padecería la humanidad en las próximas décadas.

El nuevo proyecto en el que trabaja el Ciat es el de Semillas para el Futuro, el mayor banco de germoplasma de última generación para la conservación y distribución de fríjol, yuca, forrajes tropicales, y plantas silvestres similares. Ahí están puestas muchas de las esperanzas para que la población mundial no sufra hambrunas letales dentro de unos años y pueda acceder a cultivos más eficientes que se adapten y resistan los cambios que experimenta la Tierra. En otros términos, es resguardar la vida de hoy para garantizar la del mañana.

Esfuerzos como ese buscan sanar las heridas causadas por los seres humanos al Planeta, que por ejemplo han llevado a desaparecer en un siglo el 75% de la diversidad de los cultivos mundiales mientras se alerta sobre la posibilidad de que la tercera parte de los actuales ya no exista en el año 2050. Es la depredación que tiene a la Tierra al borde de la sexta extinción masiva de especies animales y la que ha llevado a que muera el 70% de la Gran Barrera de Coral de Australia, la más grande protección marina del mundo.

Cuando se conoce que esas semillas producidas en el Ciat han sido distribuidas desde hace 50 años en un centenar de países donde se han compartido 500.000 muestras, se entiende la relevancia del trabajo que realiza el Centro de Investigación para neutralizar el efecto de la destrucción de la naturaleza y su efecto en la supervivencia. Una labor invaluable en la que el Valle ha sido pionero, y que ha merecido el apoyo mundial.

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