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Cumbre inútil

"Es apenas evidente que hacen falta políticas y voluntad para meter en cintura a los agentes económicos, en especial los financieros. Pero eso es algo que el G20 no quiere ni oír nombrar".

7 de noviembre de 2011 Por:

"Es apenas evidente que hacen falta políticas y voluntad para meter en cintura a los agentes económicos, en especial los financieros. Pero eso es algo que el G20 no quiere ni oír nombrar".

Como era de esperar, la reciente cumbre del G20 reunida en Cannes se vio impotente para resolver la crisis causada en la eurozona por la situación económica de Grecia.Nadie debió hacerse muchas ilusiones, pues esta reunión de países ricos, heredera del G8, no es cosa distinta de un club de adinerados que se reúnen a intercambiar opiniones con el fin de mejorar sus negocios y no una institución que represente a los países y tenga poder vinculante a nivel internacional.De allí que nada pueda esperarse cuando se trata de resolver crisis. Incluso, el hecho que el gobierno griego desistiera del referéndum sobre el acuerdo propuesto por los miembros de la UE a Grecia, en el que le condonaban el 50% de la deuda a cambio de un severo plan de ajuste, similar a los que el FMI le impuso a América Latina no hace mucho, tampoco sirvió para avanzar en el camino hacia la solución de la crisis.No se llegó a un acuerdo para aumentar los recursos del FMI para posibles rescates. Los países emergentes se han negado a ello. Tampoco hubo acuerdo para el impuesto a la gran banca ni se aportaron soluciones claras para afrontar la que seguramente es la crisis más aguda desde 1929 o para resolver las disfunciones de la globalización financiera. Si hay algo que ha quedado claro en la última década es que la mano invisible del mercado no sirve para convertir el egoísmo individual de los agentes económicos en un bien común planetario. Desde luego, los miembros del G20, que son ricos gracias a esa ‘mano invisible’, no tienen nada que decir sobre el asunto.Es apenas evidente que hacen falta políticas y voluntad para meter en cintura a los agentes económicos, en especial los financieros. Pero eso es algo que el G20 no quiere ni oír nombrar.Mientras tanto la crisis sigue. La ciudadanía griega, haya o no referendo, no está dispuesta a someterse a las restricciones que supone el acuerdo de la Unión Europea, con la consecuente inestabilidad de sus gobiernos. En este momento el movimiento de ‘indignados’ griegos comienza a movilizarse con fuerza y amenaza el futuro de cualquier gobierno, incluido el actual.Adicionalmente, inversionistas externos y fondos de cobertura están aprovechando para comprar bienes en Grecia, aprovechando la recesión y el temor, muy por debajo de su valor, haciendo pingües beneficios. Mientras tanto el ciudadano del común no tiene para donde escoger. Esta situación, de beneficio para unos pocos y miseria para la mayoría, no hace más que echarle fuego a la hoguera de la indignación.Entre tanto Italia, que sigue en capilla, observa expectante. Si no hay solución en Grecia, parece que nada salvará a su vecino, con desastrosas consecuencias, tanto para la zona euro como para la propia Unión Europea. Sarkozy y Ángela Merkel lo han advertido, pero los ricachos del G20 no se dieron por enterados, pues ellos no están dispuestos a hacer ningún esfuerzo financiero real, por ejemplo aportar al Fondo de Reestructuración de la UE, para conjurar las crisis.Y ni siquiera para fortalecer el FMI, que está demandando severos replanteamientos en Europa.La inutilidad del G 20 se ha vuelto manifiesta.

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