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Cuestión de supervivencia

Hoy, la amenaza del Covid-19 está en uno de sus puntos más altos en todas partes del mundo. Pero ya se sabe que si no colaboran los seres humanos, los únicos que portan el coronavirus, los únicos que sufren sus consecuencias en muchos casos letales, la situación será catastrófica.

18 de enero de 2021 Por: Editorial .

Pasado el segundo fin de semana con toque de queda, el balance de las autoridades indica que la gran mayoría de la población de Cali y su zona metropolitana acató la orden de confinamiento emitida por las autoridades y originada en la necesidad de proteger la salud y la vida de los habitantes. Sin embargo, hay una porción que se resiste a entender o a aceptar y acatar unas medidas dirigidas a su protección, a su familia y a toda la sociedad.

Las cifras son contundentes: la ocupación de las unidades de cuidados intensivos ha sido desbordada en varias ocasiones por la demanda que ocasiona el crecimiento del número de personas contagiadas por el Covid-19. Hoy está en el 96,6% de ocupación y en los últimos días se han registrado los picos más altos de decesos en la capital vallecaucana, llegando a 30 el pasado domingo. Una verdadera emergencia que golpea a los hogares y obliga a tomar medidas como el toque de queda, así se produzcan consecuencias graves para la economía en todos sus sectores, golpeando en especial a los menos favorecidos y a los informales.

Frente a esta realidad, el informe de las autoridades es alarmante: 120 fiestas y reuniones intervenidas por las autoridades en Cali, 1531 comparendos a personas que ignoraron la orden de aislamiento en el área metropolitana y un sinnúmero de personas reconvenidas por su desconocimiento de las decisiones que pretenden defender la salud de los ciudadanos. Al parecer, el hecho de que el toque de queda tenga tantas excepciones, la más importante de las cuales es permitir la salida de personas, y el establecimiento de sanciones que consisten en comparendos y multas fáciles de evadir, están dando paso a la burla de las decisiones que pretenden romper la tendencia del contagio.

Aunque esas disposiciones de restringir la circulación y el contacto social pueden causar molestia, lo cierto es que son la manera más efectiva, aunque sin duda drástica, de romper la aterradora cadena que ha causado 3041 muertes en Cali. Y si bien la inmensa mayoría de los contagiados no presentan síntomas graves o no están en peligro de muerte, no debe olvidarse que ellos son transmisores del coronavirus y pueden causar estragos entre sus familiares, en especial los mayores de edad y quienes tienen enfermedades que los ponen en alto riesgo.

Hoy, la amenaza del Covid-19 está en uno de sus puntos más altos en todas partes del mundo. Pero ya se sabe que si no colaboran los seres humanos, los únicos que portan el coronavirus, los únicos que sufren sus consecuencias en muchos casos letales, la situación será catastrófica.
Casi 50.000 muertos en diez meses en Colombia y cientos de miles que han superado amargas experiencias por su causa, muestran la necesidad de que cada ciudadano colabore para contener una pandemia nunca vista en el último siglo.

Por ello es imperioso llamar de nuevo a la disciplina necesaria para contener el gran enemigo. Y pensar, si es del caso, en medidas más drásticas contra quienes no parecen tener conciencia del daño que causan sus imprudencias. Lo que se está viviendo es un asunto de supervivencia y de defender la vida humana.

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