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Cuando ganar es perder

Las encuestas a boca de urna indican que el Partido Conservador ha reducido en 22 escaños sus miembros de la Cámara de los Comunes, lo que le significa perder la mayoría absoluta y tener que negociar con las minorías. Es decir, fracasó el intento de la señora May por fortalecerse.

8 de junio de 2017 Por: Editorial .

Amenazada por el terrorismo, la Gran Bretaña decidió ayer que la líder del partido de los Tories, Theresa May, continuara como su primera ministra. Fue una elección pálida, donde se sintió la ausencia de los liderazgos que en otras épocas marcaron el derrotero de una de las naciones más importantes en el concierto internacional.

Los analistas decían antes de las elecciones que la salida de ese conglomerado de países de la Unión Europea, el Brexit, sería definitivo en el resultado. No fue así, puesto que los británicos, en particular los ingleses, ya dan por aceptado el resultado del referendo de junio de 2016, donde el retiro ganó aunque por apretado margen. Como debe ser en un país democrático, tanto los partidarios como los opositores a esa salida aceptaron el mandato del elector primario, y lo que les preocupa ahora es cómo se hará, sin que se produzcan daños a su economía y a su nivel de vida.

No es extraño que la sucesión de atentados terroristas hayan tenido lugar en un lapso de dos semanas antes de las elecciones y es imposible ignorar el tamaño de la comunidad musulmana en Gran Bretaña. Por ello, además de tratar de causar el mayor daño físico y sicológico a esa nación, la estrategia parece dirigida a vincular el terror con la confusión y la debilidad de la señora May para enfrentar el terrorismo islámico y está dirigida a influir en los votantes. Cómo reaccionan a ello era una de las grandes incógnitas que crece al conocerse los resultados.

Lo que sí está claro es que la Primera Ministra vio la posibilidad de aumentar el poder de su partido, aprovechando la supuesta caída del laborismo en el momento en que citó las elecciones. Anticiparlas también era su manera de fortalecerse en un cargo al cual no llegó por voluntad popular sino por el retiro de David Cameron, perdedor de la votación del Brexit.

El otro punto es la enigmática situación de su contendor, Jeremy Corbin, un comunista amante de las revoluciones en América que llegó a dirigir el Laborismo debido ante todo a un vacío de poder. Es decir, Corbin es candidato de la oposición porque no hay otro. Eso suponía entonces una ventaja más para un gobierno gris, al cual le tocó en suerte continuar en el poder.

Ahora, los resultados dicen que los británicos no le creen mucho a su Primera Ministra, así haya ganado las elecciones. Las encuestas a boca de urna indican que el Partido Conservador ha reducido en 22 escaños sus miembros de la Cámara de los Comunes, lo que le significa perder la mayoría absoluta y tener que negociar con las minorías. Es decir, fracasó el intento de la señora May por fortalecerse.

Ahora, la Primera Ministra tiene tres grandes desafíos. El primero y más inmediato, confrontar el terrorismo y derrotarlo. El Segundo, negociar la salida de la Gran Bretaña de la UE, con líderes fortalecidos como la canciller de Alemania, Ángela Merckel, y el presidente de Francia, Emanuel Macron. Y el tercero preparar a su Nación para amortiguar el impacto económico que significará la ruptura, así como enfrentar el referendo que puede sacar a Escocia del Reino Unido.

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