El pais
SUSCRÍBETE

Corrupción en Brasil

La renuncia de Lupi se produce en un momento de debilitamiento de la imagen internacional del Brasil, cuando el informe de Transparencia Internacional ubica al país en el puesto 80 del ranking que mide la percepción de corrupción entre los países del mundo.

9 de diciembre de 2011 Por:

La renuncia de Lupi se produce en un momento de debilitamiento de la imagen internacional del Brasil, cuando el informe de Transparencia Internacional ubica al país en el puesto 80 del ranking que mide la percepción de corrupción entre los países del mundo.

Carlos Lupi, ministro del trabajo, es el séptimo de los ministros de gabinete de la presidenta Dilma Roussef que se ve obligado a renunciar por escándalos relacionados con tráfico de influencias, y en este caso a pedido del Comité de Ética de la propia Presidencia.Como en las anteriores ocasiones, el asunto se resolvió rápidamente, pese a que Lupi había declarado que “sólo a balazos saldré del Ministerio”, en virtud de que la Presidenta ha optado por no sostener en su cargo a los Ministros cuestionados por actos de corrupción. En esto ha marcado una diferencia con su antecesor Lula de Silva, pues estos 7 ministros habían formado parte del gabinete del anterior mandatario, en lo que los analistas brasileros han denominado ‘la herencia maldita’ del gobierno Lula.La renuncia de Lupi se produce en un momento de debilitamiento de la imagen internacional del Brasil, cuando el informe de Transparencia Internacional ubica al país en el puesto 80 del ranking que mide la percepción de corrupción entre los países del mundo, con apenas 3,8 puntos de 10 posibles. Lo que no extraña a la opinión pública brasilera que tradicionalmente ha visto calificar a su clase política como una de las más corruptas del mundo.Pero que si genera malestar en la poderosa clase media de esa Nación, una de cuyas esperanzas era que la corrupción bajase drásticamente al entregar el gobierno al centro-izquierdista Partido de los Trabajadores. Ahora se recuerda que en la segunda mitad del período de Lula se manifestaron varios escándalos que involucraban a funcionarios estatales sin que el Presidente tomara los correctivos del caso.En los medios de comunicación se critica ya a la Presidenta por la selección de sus ministros y, sobre todo, por recibir, sin beneficio de inventario, la herencia de Lula. Aunque algunos opinan que la rápida decisión de la presidenta Roussef al precipitar sus renuncias, muestra que ella está decidida a limpiar la casa y a combatir la endémica corrupción en la política brasilera. Y ella acaba de anunciar que el próximo enero propiciará un cambio sustancial en el gabinete de gobierno, medida que se considera una manera de acallar las críticas y limpiar la imagen internacional de su gobierno en una materia especialmente sensible.Pero ahora, en mal momento, pues la economía de Brasil comienza a mostrar cifras de crecimiento inferiores a las del año pasado, se le viene a la presidenta Roussef una prueba de fuego: los cuestionamientos contra el titular de Industria, Desarrollo y Comercio Exterior, Fernando Pimentel. Sobre él, el diario O Globo señaló que hay sospechas de que recibió 2 millones de reales de empresas relacionadas con el Estado. Y éste no es cualquier ministro, sino ‘el Ministro de Dilma’. Su amigo de toda la vida, quien militó junto con ella en el pequeño grupo guerrillero de sus años juveniles y el verdadero consejero de la Presidenta.El ‘caso Pimentel’ pondrá prueba la sinceridad de la Presidenta. Será la piedra de toque para saber si el Brasil iniciará una verdadera depuración de su clase política, o si seguirá en las mismas.

AHORA EN Editorial