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Control al transporte

Lo que sorprende es que al anunciar una ofensiva contra el transporte ilegal, los voceros del Ministerio y de la Superintendencia no hubieran hecho referencia a aquel que inunda las calles de Cali, compitiéndole al MÍO o aprovechando sus falencias y dificultades.

10 de agosto de 2016 Por:

Lo que sorprende es que al anunciar una ofensiva contra el transporte ilegal, los voceros del Ministerio y de la Superintendencia no hubieran hecho referencia a aquel que inunda las calles de Cali, compitiéndole al MÍO o aprovechando sus falencias y dificultades.

En lo que parece ser la aplicación de las nuevas normas sobre el asunto, el Ministerio de Transporte y la Superintendencia del ramo anunciaron ayer el inicio de una ofensiva contra el transporte ilegal. Lo cual quiere decir que apareció la determinación de hacer respetar la ley sobre el transporte individual.Se produce así la protección a los transportadores de taxis que han cumplido los requisitos para acceder a una licencia, contra aquellos que trabajan para plataformas tecnológicas que atienden un nuevo segmento de pasajeros dispuestos a pagar más por un mejor servicio. Con lo cual se abre la posibilidad para la creación de un nuevo servicio de taxis denominado de lujo, que se supone va a cubrir la demanda que crece ante la insatisfacción creciente por el servicio tradicional.La ofensiva se producirá contra los vehículos matriculados como particulares y contra aquellos que se vincularon a los servicios espéciales pero que en realidad se vinculan a Uber y a las demás aplicaciones tecnológicas que no tienen licencia como empresas de transporte. Con ello, los organismos del Gobierno central aspiran a erradicar desde Bogotá, y con apoyo de la Policía de Carreteras, lo que se definió como transporte ilegal. Sin embargo, es momento para reflexionar sobre las causas que llevaron al surgimiento de ese sistema. Está en primer lugar el confuso ambiente que lleva a cobrar sumas exorbitantes por una licencia para taxi, lo que ha creado un mecanismo cerrado y excluyente donde esas autorizaciones pueden costar dos veces o más lo que cuesta comprar el vehículo. Y sigue el mal servicio, factor principal para que quien pueda hacerlo pague más y de manera más tranquila por una carrera. Muchas son las historias que hablan de taxistas que primero preguntan para dónde van los usuarios y se niegan a transportarlos. Y de aquellas que cuentan historias de maltrato y violencia, las que por fortuna son un número muy pequeño. Pese a ello, la ley es la ley y los funcionarios están obligados a cumplirla. Lo que sí sorprende es que al anunciar esa ofensiva contra el transporte ilegal, los voceros del Ministerio y de la Superintendencia no hubieran hecho referencia a aquel que inunda las calles de Cali, compitiéndole al MÍO o aprovechando sus falencias y dificultades. Es esa multitud de vehículos que se estacionan en las entradas de la ciudad para captar pasajeros. O la que ha convertido en taxis a las motos particulares, violando las normas y poniendo en riesgo a sus usuarios. O la que aprovecha la falta de controles y sanciones efectivas para los vehículos que transitan sin el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito o sin tener la revisión válida que ordena la ley para proteger a los usuarios. Volviendo al anuncio del Ministerio y la Superintendencia de Transporte, la medida puede ser auspiciosa si conduce a atender la demanda de los usuarios y de paso acaba con el mercado negro de las licencias para taxis. Pero será contraproducente si las autoridades permiten que continúen las exclusiones, los favoritismos y el mal servicio a los pasajeros.

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