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Contra el tiempo

Bonanza para unos, ruina para otros, en especial para Venezuela cuya economía depende en un 95% de la exportación del crudo. Pero hay dos caras sombrías de esta situación. El petróleo es un recurso escaso del que depende la economía mundial.

13 de diciembre de 2014 Por:

Bonanza para unos, ruina para otros, en especial para Venezuela cuya economía depende en un 95% de la exportación del crudo. Pero hay dos caras sombrías de esta situación. El petróleo es un recurso escaso del que depende la economía mundial.

Entre junio y diciembre el precio internacional del petróleo disminuyó en un 40% causando un fuerte impacto en la economía mundial.El barril de petróleo bajó de US$100 a casi US$60, principalmente por una sobre oferta generada en América del Norte gracias a la técnica del ‘fracking’. Las estimaciones de esta producción de petróleo indican que continuará aumentando de aquí al 2020, lo que hace prever que el precio se mantendrá alrededor de 60 dólares por la próxima década.El efecto inmediato es un traslado de recursos de los países exportadores de crudo a los países consumidores. China, un gran importador, será el mayor beneficiado, mientras que Rusia, Venezuela e Irán saldrán perjudicados. De hecho ese país reportó un superávit comercial que le permitirá mantener el rumbo trazado de aumentar la demanda interna.Esto ha llevado al alza de salarios y una reforma de la salud y la jubilación para incrementar el poder del mercado interno. En noviembre, en un intento de estimular el consumo, el Banco de China bajó las tasas de interés para préstamos y depósitos por primera vez en dos años. Aunque no todo son ríos de miel: China es el cuarto productor de petróleo del mundo. La estatal Petrochina, cuarta a nivel global, sufrirá el impacto.“Este impacto no es diferente al de otras compañías petroleras. Igual no hay que exagerar. El negocio petrolero sigue siendo rentable para todos. Ganarán menos, pero seguirán ganando”, subrayó Jhon Ross, economista del Instituto Chongyang de la Universidad Renmin de Pekín. Lo que se aplica bien a Arabia Saudita, que se opuso a una disminución de la producción por parte de los países de la Opep argumentado que un precio alto estimulará el ‘fracking’, una técnica más costosa de extracción del crudo.Bonanza para unos, ruina para otros, en especial para Venezuela cuya economía depende en un 95% de la exportación del crudo. Pero hay dos caras sombrías de esta situación. El petróleo es un recurso escaso del que depende la economía mundial. Pocos países tienen excedente y la mayoría son consumidores e importadores. Además no es un recurso renovable y se calcula que entre 50 a 100 años ya no quedarán reservas.Si bien unos precios bajos serán beneficiosos para los países importadores en el corto lapso, también estimulará un mayor consumo de gasolina y otros derivados, con lo que aumentarán los efectos nocivos para el ambiente que están asociados a la industria petrolera. Lo sensato sería que estas naciones aprovecharan la bonanza de precios para crear fondos que permitan desarrollar energías alternativas sostenibles, lo que muchos analistas dudan que suceda por la lógica que impera en las sociedades consumistas: el ciudadano con más plata en el bolsillo tiende a gastar más.Por otra parte es de esperar graves consecuencias políticas en las economías altamente dependientes del petróleo. Desde el aumento del revanchismo ruso hasta motines, revoluciones violentas e incluso guerras civiles en otras naciones. Es una lucha contra el tiempo.

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