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Construir confianza

"No es de poca monta que el presidente Santos haya ordenado suspender, aunque sea por un mes, la posibilidad de bombardear los campamentos de las Farc. Para los ciudadanos del común, ese gesto, de gran importancia porque amarra una de las armas más importantes del Estado en la lucha contra la ilegalidad, significa que su Gobierno considera satisfactorio el comportamiento del grupo armado frente a su compromiso de mantener una tregua unilateral de carácter indefinida".

15 de marzo de 2015 Por:

"No es de poca monta que el presidente Santos haya ordenado suspender, aunque sea por un mes, la posibilidad de bombardear los campamentos de las Farc. Para los ciudadanos del común, ese gesto, de gran importancia porque amarra una de las armas más importantes del Estado en la lucha contra la ilegalidad, significa que su Gobierno considera satisfactorio el comportamiento del grupo armado frente a su compromiso de mantener una tregua unilateral de carácter indefinida".

Las decisiones que tomó en la última semana el presidente Juan Manuel Santos sobre el proceso de paz con las Farc indican que el diálogo en La Habana está llegando a etapas definitorias. Por lo tanto, lo que debe ocurrir es la necesaria construcción de un consenso mínimo en la sociedad, los representantes de las instituciones y los políticos, que permita generar confianza y apoyar una iniciativa trascendental para el futuro de Colombia. No es de poca monta que el presidente Santos haya ordenado suspender, aunque sea por un mes, la posibilidad de bombardear los campamentos de las Farc. Para los ciudadanos del común, ese gesto, de gran importancia porque amarra una de las armas más importantes del Estado en la lucha contra la ilegalidad, significa que su Gobierno considera satisfactorio el comportamiento del grupo armado frente a su compromiso de mantener una tregua unilateral de carácter indefinida.Al igual que la tregua, la suspensión es demostración de la buena voluntad que anima al Gobierno, como lo ha sido el permitir la salida de la cúpula de las Farc hacia Cuba, o el llevar a La Habana a varios Generales, altos oficiales y Almirantes de la Fuerza Pública, además de suspender la extradición de cabecillas de esa guerrilla involucrados en el narcotráfico. A cambio, al país se le ha notificado también que no se reclutarán menores de 17 años y que se logró un acuerdo para iniciar el desminado en más de 600 municipios. Son pues actos dirigidos a construir confianza entre las partes, más allá de la acostumbrada declaración diaria de la guerrilla, en la que se amenaza y se niega la posibilidad de aceptar las responsabilidades y las condenas que deben cumplir quienes han cometido delitos de lesa humanidad. Actos que sin duda ayudan a la mesa de negociación y le entregan argumentos a quienes defienden a toda costa la negociación que se lleva a cabo en Cuba, pero que no alcanzan a remover los temores de quienes no están de acuerdo con ella por la historia de decepciones e incumplimientos que ha vivido Colombia cuando ha tratado de negociar con las Farc.Queda entonces la necesidad de edificar esa confianza dentro de la sociedad, usando el diálogo paciente como se ha hecho con la guerrilla y sin que ello signifique el unanimismo. Por eso parece importante el esfuerzo del presidente Santos por convocar a la oposición a que se integre en el intento por terminar el conflicto más largo del mundo. El lenguaje oficial cambió, y si bien se creó una Comisión en la cual tendrán cabida todos los sectores, no es menos cierto que el escenario de diálogo abierto y sin limitaciones debe estar siempre abierto. Aunque es claro que la negociación con las Farc no significará la paz total, su éxito será un gran paso para acabar con la violencia. Por ello, nada justifica que la oposición encarnada por sectores como el Centro Democrático esté al margen de ese intento. Así sea de manera informal, gobierno y oposición están obligados a buscar un acuerdo sobre lo fundamental, un consenso que permita construir confianza sobre el futuro de Colombia.

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