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Con sabor a derrota

4 de agosto de 2010 Por:

Durante estos siete años, un millón de ciudadanos estadounidenses combatieron en el país asiático

Cumpliendo con su promesa de campaña, el presidente de los Estados Unidos anunció el retiro de 100.000 efectivos de Iraq, el próximo 30 de agosto. Lo que no significará el final de la guerra como dice Barack Obama, sino una retirada del Ejército más poderoso sobre la tierra de un conflicto que inició hace siete años, cuando su gobierno se empeño en derrocar al dictador Sadam Hussein. En su discurso frente a una asociación de veteranos de guerra, el presidente Obama hizo el anuncio de “llevar la guerra de Iraq a un final responsable”. Es lo más parecido a una explicación incompleta sobre la medida que tomó para retirar a su país de un conflicto que él no inició. No es un parte de victoria, sino lo más cerca de una justificación sobre la medida que terminará con el compromiso de Estados Unidos en la disputa bélica, sin que haya algún asomo de lo que seguirá, en un país dividido por los conflictos raciales y culturales de tres naciones obligadas a convivir hasta ahora bajo una sola bandera, Iraq. Durante estos siete años, un millón de ciudadanos estadounidenses combatieron en el país asiático. 4.400 de ellos murieron y se gastaron billones de dólares en un compromiso que se inició cuando el gobierno de George W. Bush acusó a Hussein de fabricar armas de destrucción masiva. Acusación que nunca fue probada, pero que sirvió para movilizar unos pocos países aliados, ante el rechazo de la ONU a convertirla en un compromiso de la Comunidad Internacional.Hoy, la calma es relativa, producto del incremento del pie de fuerza, a finales del 2009. Es la misma estrategia que ahora se aplica en Afganistán: incrementar el poder del ejército de invasión para disminuir los ataques del enemigo, procediendo a la retirada. Y es el mismo autor, el general David Petraeus, el último comandante del Ejército de los Estados Unidos en Iraq. Sólo que en Afganistán el objetivo cambió. Ahora es destruir las fuerzas de Al Qaeda en ese país. Objetivo pequeño, toda vez que la propia inteligencia estadounidense reconoce que allí sólo quedan 100 de sus miembros.Así, Obama retirará de Iraq al Ejército de su país. Y aunque las autoridades iraquíes se empeñan en demostrar que los objetivos de estabilidad y democracia están lejos de conseguirse porque la violencia no da tregua, la sentencia está en firme. Según su discurso, las cosas ya pasaron de “la Operación Libertad de Iraq a la Operación un Nuevo Amanecer”. Es decir, lo que sigue será responsabilidad del gobierno iraquí, incluida la posibilidad de enfrentar una guerra civil entre chiítas, kurdos y sunitas. Y aunque su Presidente afirme que terminó la guerra, el drama que la incomprensible guerra le deja al pueblo de los Estados Unidos está lejos de concluir. Ahora debe entender las razones para desatar un conflicto por razones falsas donde murieron miles de sus soldados, donde se comprometió una porción gigantesca de sus recursos en momentos de crisis y se arriesgó el nombre de su país como guardián de las libertades y defensor de los Derechos Humanos. Por algo, en su discurso, Barack Obama afirmó: “La dura verdad es que no hemos visto el final del sacrificio estadounidense en Iraq”.

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