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¿Botar o reciclar?

A la misma velocidad con que avanza la tecnología y se optimizan los aparatos que facilitan la vida diaria, crece la cantidad de basura electrónica en el mundo. Qué hacer con ella y cómo evitar que sus componentes impacten el medio ambiente es uno de los retos que hoy tiene la humanidad.

22 de diciembre de 2017 Por: Editorial .

A la misma velocidad con que avanza la tecnología y se optimizan los aparatos que facilitan la vida diaria, crece la cantidad de basura electrónica en el mundo. Qué hacer con ella y cómo evitar que sus componentes impacten el medio ambiente es uno de los retos que hoy tiene la humanidad.

Como si se tratara de una carrera contra el tiempo, en la que pierde quien no tenga las últimas novedades tecnológicas, la población mundial bota cada vez más residuos eléctricos o electrónicos. Computadores, televisores, celulares, neveras, microondas, baterías y una infinidad de artefactos son desechados en todos los países, sin que sus antiguos dueños sepan a donde van a parar o qué pasa una vez terminan en el basurero.

Si hace tres años se producían 41,8 millones de toneladas de desperdicios electrónicos, el año pasado la cifra llegó a 44,7 millones de toneladas y se proyecta que para el 2021 sumará 50 millones de toneladas. No hay duda de que hoy la población mundial tiene mayor acceso a los productos tecnológicos debido a que los precios han disminuido, hay mayor capacidad adquisitiva y se ha establecido una cultura del consumo que alienta a reemplazar los aparatos en periodos de tiempo cada vez más cortos.

El problema es que aquello que se va al botadero en su mayoría no es degradable, mientras que sus componentes pueden generar niveles peligrosos de contaminación o afectar la salud de quienes los manipulan sin ningún control. En la fabricación de esos aparatos se usan materiales tóxicos como plomo, mercurio o zinc, letales si no se manejan con precaución ni se almacenan en forma adecuada.

Para el medio ambiente el daño es incalculable si se tiene en cuenta que 35 millones de toneladas terminan en el fondo del mar o como montañas de desechos al aire libre en los países más pobres o tenga un destino desconocido. Apenas un 20% de los residuos electrónicos se recicla en todo el mundo, cuando se calcula que el valor de los materiales reutilizables de esa basura electrónica podría superar los US$55.000 millones, un monto superior al Producto Interno Bruto de muchos países.

La solución a ese mal que crece en promedio un 4% al año, está en reciclar, reutilizar o reparar los artefactos tecnológicos que desecha la población. Sin embargo sólo 41 países, entre ellos Colombia que es pionero en Latinoamérica, cuentan con una legislación o han avanzado en la definición de políticas públicas para hacerle frente al problema de la basura electrónica. Son esfuerzos insuficientes mientras naciones como China o Estados Unidos, generadores del 32% de la emisión de esos desechos, no asuman su responsabilidad.

Hacerle frente a esa situación es responsabilidad de todos. Los Estados deben educar a sus ciudadanos para que aprendan a reciclar mientras los productores deben replantear los materiales que utilizan así como la posibilidad de reusar los componentes. Más importante aún es que cada quien se pregunte si es necesario tener el último modelo de celular o cambiar su nevera, o si por el bien de la salud del Planeta puede alargar un poco más la vida útil de sus aparatos electrónicos.

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