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Atravesando la tormenta

Luego de muchos desencuentros, causados entre otros factores por la distancia que separa al centralismo de la provincia colombiana, los delegados oficiales tienen ya recursos más adecuados para atender los reclamos del sector que antes de la protesta parecía sometido a una cierta indiferencia, a pesar de las necesidades que padece y no obstante la importancia que tiene en el tejido social de la Nación.

30 de agosto de 2013 Por:

Luego de muchos desencuentros, causados entre otros factores por la distancia que separa al centralismo de la provincia colombiana, los delegados oficiales tienen ya recursos más adecuados para atender los reclamos del sector que antes de la protesta parecía sometido a una cierta indiferencia, a pesar de las necesidades que padece y no obstante la importancia que tiene en el tejido social de la Nación.

Once días después de iniciado, el paro campesino llegó a la capital de la República y a ciudades como Cali, con resultados disímiles en lo que se refiere al orden público. En cuanto a las peticiones de los campesinos, se debe reconocer el cambio en la posición de los miembros del Gobierno Nacional, lo que ha abierto la puerta para conseguir una solución pronta que detenga los daños que el movimiento está causando en otros sectores no menos importantes de la vida nacional.Como ocurrió el pasado miércoles cuando un grupo de campesinos arribó para presentar sus solicitudes ante la Gobernación del Valle, las marchas realizadas en Cali fueron demostraciones de orden, donde participaron sindicalistas, estudiantes, trabajadores de la salud, en respaldo a la protesta campesina. El acuerdo con las autoridades, el buen comportamiento de los manifestantes y la vigilancia sobre el transcurso de las movilizaciones salidas desde distintos puntos de la ciudad, evitaron los desmanes y el vandalismo que los caleños temían. Otra cosa sucedió en Bogotá, donde se hizo notoria la infiltración de la protesta con fines distintos a reclamar atención al campesino colombiano. Fueron marchas que se convocaron en solidaridad al paro de los trabajadores del agro pero degeneraron en confrontaciones y daños a la ciudad. Se vio entonces que el propósito era muy distinto: desafiar al Gobierno Nacional y plantear un ambiente de confrontación a pesar de la expresión reiterada del Presidente y sus Ministros de respetar la protesta social.Y en el resto del país puede decirse que hubo tranquilidad, a pesar de algunos hechos aislados. Mientras tanto, en Tunja se desarrolla una intensa negociación entre el Gobierno y los dirigentes campesinos del paro. Luego de muchos desencuentros, causados entre otros factores por la distancia que separa al centralismo de la provincia colombiana, los delegados oficiales tienen ya recursos más adecuados para atender los reclamos del sector que antes de la protesta parecía sometido a una cierta indiferencia, a pesar de las necesidades que padece y no obstante la importancia que tiene en el tejido social de la Nación. Al inicio de la jornada, el presidente Juan Manuel Santos se dirigió a los colombianos para hacer un recuento de los hechos que han rodeado el movimiento campesino, de las acciones que su Gobierno ha adelantado para atender los problemas que ha enfrentado y de las propuestas que ha hecho para resolver el paro. Dijo el Primer Mandatario que “estamos atravesando por una tormenta” con lo cual definió la movilización campesina y su impacto en la vida nacional. Y prometió tomar medidas para resolver una protesta que consideró justa, más allá de los intentos por tomársela y producir una confrontación de otro orden, como quedó demostrado en Bogotá. Así transcurrió la jornada de ayer. Ahora, es de esperar que se logren en breve los acuerdos que permitan levantar el movimiento, calificado como justo por las autoridades. Con lo cual debe retornar la normalidad que requiere Colombia para evitar que se produzcan daños mayores a su economía y su tranquilidad.

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