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Arranca la campaña

Al otro lado está el hombre de negocios metido en política. Trump decidió poner su nombre en juego, quizás tratando de aprovechar la falta de reconocimiento de sus contendores republicanos. Y no de cualquier manera: todo indica que su estrategia está dirigida a producir el escándalo con declaraciones que parecen más un reto de alguien que está haciendo lo contrario a lo que se considera políticamente correcto.

31 de julio de 2015 Por:

Al otro lado está el hombre de negocios metido en política. Trump decidió poner su nombre en juego, quizás tratando de aprovechar la falta de reconocimiento de sus contendores republicanos. Y no de cualquier manera: todo indica que su estrategia está dirigida a producir el escándalo con declaraciones que parecen más un reto de alguien que está haciendo lo contrario a lo que se considera políticamente correcto.

A un año de las elecciones primarias en los Estados Unidos, dos figuras se destacan en el panorama del siempre nutrido escenario de candidatos para las elecciones presidenciales de la potencia mundial. Sin que se escuche con mucha intensidad la voz de los otros aspirantes, Hillary Clinton y Donald Trump parecen tener el favoritismo de demócratas y republicanos. Los mensajes no pueden ser más opuestos. La señora Clinton repite su aspiración y hace uso de su experiencia como secretaria de Estado, congresista y exprimera dama de su país, lo que le ha entregado un sitio en la primera línea de la política estadounidense y mundial. Sin embargo, esas características, más su relación con Bill Clinton uno de los expresidentes mejor calificados en la historia reciente, no le han asegurado el favor de su partido, que prefirió a Barack Obama en dos oportunidades antes que a la dirigente de Arkansas. Al otro lado está el hombre de negocios metido en política. Trump decidió poner su nombre en juego, quizás tratando de aprovechar la falta de reconocimiento de sus contendores republicanos. Y no de cualquier manera: todo indica que su estrategia está dirigida a producir el escándalo con declaraciones que parecen más un reto de alguien que está haciendo lo contrario a lo que se considera políticamente correcto.En efecto, mientras que todo indica que el voto de los inmigrantes latinoamericanos puede decidir las elecciones, el empresario sale a descalificarlos, en especial a los mexicanos, de manera grosera: “Cuando México envía a su gente, no envía lo mejor.  Está enviando gente con montones de problemas. Están trayendo drogas, están trayendo crimen, son violadores”, dijo hace algunas semanas, proponiendo construir un muro que deberá ser pagado por el país azteca. Las reacciones no se han hecho esperar con críticas y daños a sus negocios. Pero en el plano político la cosecha no es despreciable. Según encuestas, el magnate tiene el 20 % del favoritismo de los republicanos, seguido por el gobernador de Winsconsin, Scott Walker, con el 13 %, y el continuador de la dinastía Bush, Jeff, con un distante 10%. El resultado da a entender que las propuestas estridentes de Trump tienen resultado en un país con larga tradición de segregación y en un partido en el cual los latinos son más protagonistas. La señora Hillary, por su parte, parece pegarse a la sombra del presidente Clinton en materias como las relaciones con Cuba y el levantamiento del embargo, aunque trata de marcar distancia con críticas a actuaciones como la financiación a la oposición siria, que terminó entregándole recursos al Estado Islámico. Esas observaciones debieron ser rectificadas por la candidata al conocer la inconformidad de Obama. Por supuesto, la campaña apenas está empezando. Pero ya es claro que los latinoamericanos tendrán un protagonismo, aunque no propiamente por las relaciones entre países vecinos, sino por el efecto que tiene el crecimiento del número de inmigrantes en los Estados Unidos, millones de los cuales siguen siendo ilegales, a pesar de las promesas electorales.

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