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Apertura a medias

El anuncio abre también espacio a nuevas preocupaciones como que el Documento de Facilitación Fronteriza, con el que se controlará la movilización de colombianos y venezolanos se convierta en un elemento de exclusión. Que esa suerte de cédula común abra la puerta a una segregación y que terminen los colombianos divididos en ciudadanos de primera y de segunda clase.

13 de agosto de 2016 Por:

El anuncio abre también espacio a nuevas preocupaciones como que el Documento de Facilitación Fronteriza, con el que se controlará la movilización de colombianos y venezolanos se convierta en un elemento de exclusión. Que esa suerte de cédula común abra la puerta a una segregación y que terminen los colombianos divididos en ciudadanos de primera y de segunda clase.

La reapertura de la frontera entre Colombia y Venezuela en los términos anunciados por los presidentes Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro es un alivio para quienes habitan en la zona. Pero los verdaderamente favorecidos con la decisión son los venezolanos.Las cientos de miles de personas que agobiadas por la escasez a la que ha sido sometido el país vecino, por errores políticos y económicos, han arriesgado sus vidas durante un año cruzando del lado colombiano para obtener los productos de la canasta básica. Lo inexplicable es que una región unida incluso antes de que existiera la República mediante la integración de la gente de los dos países, no pueda abrirse de manera plena. Que solo vaya a tener un paso “gradual y transitorio” entre las 8:00 de la mañana a 5:00 de la tarde, como lo anunciaron los mandatarios el pasado jueves. Pero más allá de las dudas, es resaltable el anuncio de los presidentes de crear el Centro Binacional contra el Crimen Organizado. Si se cumple, ese será un paso importante para ejercer el control en la ‘frontera caliente’ y acabar con todas las formas de delincuencia que allí existen. Pero su éxito dependerá de que el Gobierno venezolano detenga la participación evidente de miembros de la Guardia Nacional y de su Ejército en las actividades ilícitas que tienen como escenario la frontera.Ojalá esa comisión evite también los abusos de organizaciones criminales como las Farc y el ELN, con la permisividad cómplice de sectores del oficialismo venezolano, en delitos como el contrabando, el tráfico de narcóticos o el secuestro y la extorsión que han llevado todas sus expresiones de violencia a lo largo de los 2.219 kilómetros de la línea divisoria.El anuncio abre también espacio a nuevas preocupaciones como que el Documento de Facilitación Fronteriza, con el que se controlará la movilización de colombianos y venezolanos se convierta en un elemento de exclusión. Que esa suerte de cédula común abra la puerta a una segregación y que terminen los colombianos divididos en ciudadanos de primera y de segunda clase.Inevitable también el mal sabor que dejó entre los colombianos el hecho de que no hubiera una disculpa del presidente Maduro por los abusos cometidos por su Gobierno y la Fuerza Armada contra los nacionales que fueron perseguidos y expulsados sin justa causa. Ni se definió lo que pasará con esos compatriotas cuyo único delito fue tener la cédula colombiana para que fueran atropellados y les fuera arrebatado su patrimonio en el país vecino. No puede olvidarse que el cierre de la frontera fue una medida unilateral y arbitraria, ordenada por razones de política interna del régimen venezolano. Porque ni siquiera se supo el origen del enfrentamiento que terminó con la muerte de dos militares de ese país.La reapertura de la frontera binacional es una noticia que esperaban los habitantes de la zona limítrofe desde hace un año y en el momento en que se diera habría sido bien recibida. Pero es necesario crear un mecanismo para evitar que el paso binacional quede a merced de otra explosión de autoritarismo del régimen chavista.

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