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Anticiparse a la crisis

Esa tendencia, que muchos especialistas denunciaron en su momento como la llegada de la enfermedad holandesa, hoy empieza a pasar la cuenta de cobro. Ahora nos toca comprar esas materias primas a costos que crecieron en un 45 % en un año, mientras no tenemos capacidad para reemplazarlos, por lo menos en el corto plazo.

5 de agosto de 2015 Por:

Esa tendencia, que muchos especialistas denunciaron en su momento como la llegada de la enfermedad holandesa, hoy empieza a pasar la cuenta de cobro. Ahora nos toca comprar esas materias primas a costos que crecieron en un 45 % en un año, mientras no tenemos capacidad para reemplazarlos, por lo menos en el corto plazo.

Desde hace un año, la economía nacional empezó a experimentar alteraciones a causa de la devaluación de la moneda. Ahora es la inflación que estima el Banco de la República la que aparece como motivo de intranquilidad para los colombianos.La situación tendría el mismo origen. Al registrar un déficit enorme en la balanza de cambios, es decir, entre lo que se paga por las importaciones y lo que generan las exportaciones, lo que se produjo es una caída grande en el flujo de ingresos de divisas. Aunque se explica por la baja de más del 45 % en el precio del petróleo, también se origina en la tendencia a comprar bienes en el exterior, aprovechando los excedentes de divisas y la consecuente valorización de nuestra moneda. Y no solo bienes de consumo suntuario que siguen teniendo una demanda importante a pesar de su encarecimiento.El asunto es que, debido a la bonanza de los últimos diez años, el país también se acostumbró a importar materias primas, que antes produjo de manera regular, para elaborar alimentos que surten el mercado nacional. Es consecuencia la tendencia a gastar lo que generaban el petróleo y los minerales en artículos de consumo. Y de desmontar la industria nacional porque no era competitiva, mientras firmaba tratados de libre comercio que en su mayor parte han sido utilizados para importar y no para vender.Esa tendencia, que muchos especialistas denunciaron en su momento como la llegada de la enfermedad holandesa, hoy empieza a pasar la cuenta de cobro. Ahora nos toca comprar esas materias primas a costos que crecieron en un 45 % en un año, mientras no tenemos capacidad para reemplazarlos, por lo menos en el corto plazo. Su impacto se refleja entonces en los precios de productos de la canasta familiar como alimentos y bebidas.Allí está una de las explicaciones de por qué el Gerente del Banco de la República ya anticipó que la meta de inflación será superada al final del 2015, estimándola en un rango entre el 4 y el 5 %. Lo cual quiere decir que el Emisor, en su carácter de protector de la capacidad adquisitiva del peso, puede estar preparándose para restringir el dinero circulante mediante el alza en las tasas de interés, a objeto de aplicar el freno a la capacidad de consumo. Esa, entre otras, puede ser la consecuencia de lo que está viviendo el país. Que puede agravarse si desde el Gobierno se aumentan los impuestos para tratar de financiar el déficit fiscal consecuencia de la caída en los ingresos. Y si no se crean incentivos inmediatos para sustituir aquellas materias primas que encarecen la canasta familiar, o si en el sector privado no se aprovechan las bondades de una devaluación acelerada y de los tratados de libre comercio para abrir nuevos mercados.Así, los retos son exportar y producir, o caer en una crisis de consecuencias imprevisibles. Y detener el gasto público, además de generar ahorro y evitar al máximo el endeudamiento y la creación de impuestos, así como las medidas monetarias que asfixian la economía. Lo cual redundará en confianza en el manejo de la economía, factor definitivo para impedir la crisis.

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