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¿Adiós a los nevados?

Las que alguna vez fueron llamadas nieves perpetuas ya no parecen tener futuro. El impacto del calentamiento global está provocando su deshielo acelerado, frente a los ojos impávidos del mundo que no alcanza a imaginar las consecuencias ambientales de quedarse sin sus glaciares.

6 de junio de 2015 Por:

Las que alguna vez fueron llamadas nieves perpetuas ya no parecen tener futuro. El impacto del calentamiento global está provocando su deshielo acelerado, frente a los ojos impávidos del mundo que no alcanza a imaginar las consecuencias ambientales de quedarse sin sus glaciares.

A la Sierra Nevada de Santa Marta y al Everest, tan distantes en kilómetros, los unirá en pocos años el mismo destino. Si las cosas continúan como van, sus picos nevados serán una anécdota para las próximas generaciones, a quienes se les negará la posibilidad de admirar su majestuosidad.Las que alguna vez fueron llamadas nieves perpetuas ya no parecen tener futuro. El impacto del calentamiento global está provocando su deshielo acelerado, frente a los ojos impávidos del mundo que no alcanza a imaginar las consecuencias ambientales de quedarse sin sus glaciares. La Sierra Nevada, según un informe revelado esta semana, perderá en menos de 20 años lo que aún le queda de nieve, mientras que el 99% del hielo que cubre los 400 kilómetros de montañas del Everest desaparecerá antes de terminar el siglo.Igual será el destino para la mayoría de los glaciares del Planeta, que desde hace cuatro décadas sucumben ante la potencia del cambio climático, acelerado por las acciones humanas y sin una ruta a la vista que cambie o detenga ese sino aciago. Colombia puede dar testimonio de ello: de los 17 nevados que existían en el país hace dos siglos, hoy quedan seis. El 54% desaparecieron en los últimos 30 años y los pocos que permanecen con hielo se reducen desde el año 2000 a un ritmo de tres kilómetros anuales, lo que indica que serán historia en dos décadas como mucho.Esa realidad, que no parece reversible, tiene graves consecuencias que el mundo deberá enfrentar. Una de ellas es el déficit de fuentes de agua potable que se generará, si se tiene en cuenta que una parte importante de los nacimientos y reversas hídricas están en los nevados. Sólo en el Everest se concentra la tercera parte del total de agua dulce del Planeta, de perderse esa riqueza en los próximos 80 años se calcula que mil millones de personas padecerán una sed severa. Otro grueso de la población global será víctima de las avalanchas que ocasionaría el deshielo.¿Queda alguna alternativa para cambiar ese destino? Reparar el daño que ya se les ha hecho a las cuencas de los glaciares no parece posible, pero se podría minimizar el impacto. Es cuando se debe volver al discurso fallido de los últimos años sobre la urgencia de frenar las causas del calentamiento global y la necesidad inaplazable de tomar decisiones locales, estatales e internacionales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que lo ocasionan.Otro reto para la Cumbre sobre Cambio Climático que se realizará en diciembre y en la que se espera que al fin se llegue a un acuerdo vinculante que comprometa a todos los países en ese propósito. Colombia, en lo particular, deberá estar atenta a esas decisiones y a emprender las acciones propias que permitan al menos tener una esperanza de salvar los 40 kilómetros de sierras y montañas nevadas que todavía le quedan. Ese debe ser el compromiso con las generaciones venideras de colombianos, que tienen el derecho de conocer por sí mismas la majestuosidad e imponencia de los glaciares que aún se levantan en estas tierras tropicales.

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