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Acciones más que burocracia

"Los océanos están urgidos de iniciativas globales para detener su deterioro, pero estas serán inaplicables si los gobiernos, de manera individual, no cumplen con su deber y les enseñan a sus habitantes a participar en ese propósito".

1 de marzo de 2014 Por:

"Los océanos están urgidos de iniciativas globales para detener su deterioro, pero estas serán inaplicables si los gobiernos, de manera individual, no cumplen con su deber y les enseñan a sus habitantes a participar en ese propósito".

La protección de los océanos debería ser un compromiso de los Estados y las sociedades, que nazca de reconocer la importancia económica de los mares, la dependencia que de ellos tiene la tercera parte de la población mundial y su esencia para conservar con vida al planeta. ¿Será necesario crear otro organismo mundial para que se cumpla esa misión de preservarlos y recuperarlos?La propuesta hecha en la Cumbre de los Océanos realizada en San Francisco, California, es la alternativa que encuentran gobiernos como el de Estados Unidos para frenar el deterioro creciente de los mares. La preocupación y el deseo de actuar son válidos cuando se sabe que el 35% de la fauna y la flora marinas ha desaparecido, y que políticas fácilmente aplicables para ayudar a su conservación no funcionan como deben.Nada explica, por ejemplo, que sólo 1 de cada 500 barcos sea sometido a controles para asegurar su buen funcionamiento y la no emisión de sustancias contaminantes; o que de aquellos revisados, apenas la mitad cumpla con las normas. El daño a los océanos llega también de la mano de las 6,5 millones de toneladas de basura que se arrojan a ellos y del 90% de las aguas residuales que se les depositan sin ningún tratamiento. La inconciencia de la industria hace que el 70% de sus desechos se lleven directamente al mar sin ser sometidos a descontaminación. La realidad es que frente al fracaso de las acciones emprendidas hasta ahora por los Estados o por entidades ambientalistas, se necesitan políticas internacionales para detener el daño a los océanos. Y es necesario aunar los esfuerzos para que tengan éxito a lo cual puede ayudar la creación de la que se denomina la Organización Mundial de los Océanos. Pero igual se corre el riesgo de tener otra oficina dedicada más a la burocracia y a los discursos que a las acciones prácticas que se le encomendaron. Los ejemplos abundan en el seno de las Naciones Unidas y de tantos otros organismos internacionales.Puede ser más efectivo comenzar por acciones como la que anunció en el cierre de la Cumbre el presidente Juan Manuel Santos, invitado a hablar en la clausura. Colombia se comprometió a prohibir el comercio de tiburones, en especial el de sus aletas, entendiendo el papel esencial que juegan en el equilibro marino. Los océanos están urgidos de iniciativas globales para detener su deterioro, pero estas serán inaplicables si los gobiernos, de manera individual, no cumplen con su deber y les enseñan a sus habitantes a participar en ese propósito.La protección de los mares es inaplazable. Basta pensar que desde ellos se produce el 90% del oxígeno de la atmósfera y absorben el 25% del dióxido de carbono que se genera en el planeta. En lo económico los recursos marinos representan el 5% del Producto Interno Bruto Mundial y 2.600 millones de seres humanos derivan su sustento de sus aguas. Bien lo dijo hace algunos meses la directora de la Unesco, Irina Bokova, “el océano no es un recurso como todos los otros, sino que es el que hace posible todos los demás”.

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