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A ciegas

"Pese a los esfuerzos que hasta ahora se han realizado y a las exigencias de la Corte Constitucional, el desplazamiento en Colombia está lejos de tener una salida definitiva. Y no la tendrá mientras existan las bandas criminales, la guerrilla y el narcotráfico que se apropian de los bienes de la gente y de las tierras del Estado, y usan el terror para amedrentar a la población".

10 de diciembre de 2011 Por:

"Pese a los esfuerzos que hasta ahora se han realizado y a las exigencias de la Corte Constitucional, el desplazamiento en Colombia está lejos de tener una salida definitiva. Y no la tendrá mientras existan las bandas criminales, la guerrilla y el narcotráfico que se apropian de los bienes de la gente y de las tierras del Estado, y usan el terror para amedrentar a la población".

Tan grave como la tragedia que significa para una nación el desplazamiento es no conocer la dimensión del problema. Si no se determina el número de personas que han sido obligadas a abandonar sus hogares por causa de la violencia, por desastres naturales o porque no encontraron oportunidades de progreso, será imposible que las sociedades se sacudan de la indiferencia o que los Estados protejan los derechos de los desarraigados.En la celebración de sus 60 años, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur, hizo un llamado para que los gobiernos asuman la realidad del desplazamiento y adopten políticas internacionales que amparen a quienes han huido de sus países. Aunque se habla de 44 millones de desplazados en el mundo, la cifra puede ser poca a la luz de los acontecimientos que ha vivido la humanidad: guerras, conflictos internos, sequías, terremotos, inundaciones. La cifra es un punto de partida para emprender acciones que alivien la situación de quienes adquieren la triste categoría de desplazados. Para Colombia, que está entre los países con mayor desplazamiento del planeta, cumplir con la tarea no ha sido fácil. Hay que reconocer los esfuerzos para enfrentar su problema, para proponer políticas y legislar a favor de las personas y comunidades que han sido desarraigadas de sus sitios de origen. La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, es el esfuerzo más reciente. La diferencia en las cifras, sin embargo, hace imposible que se pueda enfrentar como corresponde. ¿Serán los dos millones y medio que asegura el Estado? ¿Se acercan más a los cuatro millones de los que hablan las agencias internacionales y organizaciones no gubernamentales? ¿Y el número de refugiados colombianos en otros países sí es de 390.000 o de más de un millón de personas? No conocer la dimensión del desplazamiento en Colombia es actuar a ciegas. Cali lo sabe. Se convirtió en receptora de quienes le huyen a la violencia en el suroccidente del país, o de quienes llegan buscando oportunidades. La cuentas oficiales arrojan un promedio de 60.000 personas que llegan al año a la capital del Valle. Y pueden ser más si se toma como referencia el crecimiento de los cordones de miseria o el número de indigentes en las calles. La ciudad no da abasto para atenderlos, los recursos son insuficientes y no sabe cómo afrontar la crisis social que se genera.Pese a los esfuerzos que hasta ahora se han realizado y a las exigencias de la Corte Constitucional, el desplazamiento en Colombia está lejos de tener una salida definitiva. Y no la tendrá mientras existan las bandas criminales, la guerrilla y el narcotráfico que se apropian de los bienes de la gente y de las tierras del Estado, y usan el terror para amedrentar a la población. O mientras no se generen las oportunidades que requieren las comunidades para tener una vida digna. Es claro que se necesitan más acciones para detener el desplazamiento y permitirles a quienes lo sufren recuperar sus vidas. Mientras tanto, a la sociedad le corresponde sensibilizarse frente a su tragedia, acoger a los desarraigados y brindarles su apoyo en medio del drama que padecen.

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