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Fernando Posada | Foto: El País

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Y las que faltan

El presidente Petro es un experto en perder oportunidades para mejorar el rumbo o construir consensos que le permitan una mejor gobernabilidad.

22 de abril de 2024 Por: Fernando Posada

Colombia no tiene por qué resignarse a este camino de rivalidades y retrocesos a los cuales el actual gobierno insiste en someterla. Y si bien el discurso de división y revanchismo del presidente Petro tuvo una enorme acogida en las elecciones del 22, cada vez son más las personas que toman distancia frente a ese proyecto construido sobre rivalidades y promesas imposibles de cumplir.

Ayer el país entero presenció marchas masivas contra el proyecto cada vez más autoritario del gobierno Petro. La defensa de la Constitución del 91 y del sistema de salud ha unido a distintos sectores del centro y la derecha frente a un gobierno empeñado en destruir y reconstruir a partir de los cálculos alegres del sectarismo. El país ha visto lo que muchos vecinos han sufrido por cuenta del liderazgo personalista y anti institucional de tantos caudillos que han gobernado en la región, y lo mal que esos fenómenos pueden salir. No tenemos que resignarnos al mal gobierno y al mal futuro.

Los cálculos más conservadores estiman que al menos 250 mil personas en todo el país salieron a marchar en protesta por las decisiones del Gobierno Nacional. Y razones hay de sobra. En las últimas semanas, el gobierno ha destapado una serie de rasgos cada vez más preocupantes y contrarios a la institucionalidad de nuestro Estado: el presidente no ha ocultado el sectarismo de su proyecto político, su actitud de revanchismo contra otros sectores y su intención de pasar por encima de la Constitución del 91 por una vía no institucional. De la ilusión inicial con la cual algunos sectores esperaban que el nuevo gobierno liderara en una coalición pluralista de centro-izquierda queda muy poco, y en cambio la desilusión crece a diario.

Mientras escribo esta columna empiezan a conocerse las primeras respuestas del presidente frente a las marchas. Como había ocurrido antes, lejos de respetar el mensaje de sus críticos durante las protestas o de tomarse el tiempo para entender sus reclamos, el presidente Petro ha recurrido al camino de no escucharlos –e incluso de ridiculizarlos–. Pero no hay manera de reducir lo ocurrido este domingo en las principales ciudades del país. Y quien decida no dedicarle atención, comete un enorme error político al subestimar las críticas en su contra.

El presidente Petro es un experto en perder oportunidades para mejorar el rumbo o construir consensos que le permitan una mejor gobernabilidad. Mientras en ciudades de todo el país se veían protestas multitudinarias, el presidente compartía un video en el que de manera burlesca insinuaba que se trataba de una protesta de la clase dominante y que todo hace parte de una estrategia de ‘golpe blando’. Resulta inaudito y lamentable que cuando el país más necesita que el presidente escuche a sus críticos y construya espacios de diálogo, la respuesta sea de negación y encierro. Y de nuevo, esto nos demuestra lo grande que le ha quedado al presidente Petro la responsabilidad de gobernar para todo el país en su inmensa diversidad. El fanatismo siempre prefiere dividir antes que buscar consensos.

La oposición al gobierno Petro parece crecer con cada vez más fuerza y diversidad política en su interior. Es la respuesta natural de un país que conoce las tragedias de sus vecinos y que no tiene por qué resignarse a la derrota y a la discordia. Esta marcha nos recuerda que es posible que la ciudadanía se pronuncie desde todos sus matices contra las decisiones de un presidente que le apostó a dejar un país más dividido y empobrecido de lo que lo encontró.

Y las que faltan…

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