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Visible o invisible

La construcción de la identidad se vuelve un asunto complicado y angustioso. Necesito referentes que me den pertenencia, aceptación y reconocimiento

12 de marzo de 2024 Por: Gloria H.

¿Alguna vez ha querido ser invisible? ¡Tierra trágame! ¿Alguna vez ha querido dejar de ser invisible? Mírame, mírame. Acontecimientos cotidianos que, casi sin temor a equivocarme, hemos experimentado todos los humanos. Maluma en la puerta del restaurante de Medellín que lo rechazó por estar en shorts, pedía que ‘no lo vieran’ con esa vestimenta o, por el contrario, quería que lo vieran bajo el concepto ‘usted no sabe quién soy yo’ y lo dejaran seguir, pisoteado las normas del establecimiento.

Porque la apariencia, la visibilidad, es un asunto que nos concierne a todos y claro, tiene que ver con la imagen. Es como abrir una caja de Pandora, como tirar un hilo invisible. Porque se inicia con la apariencia, con la imagen, pero va conectada con conceptos básicos de sobrevivencia emocional como son pertenencia, reconocimiento, encajar, aceptación.

En psicología se destaca la inmensa importancia que tiene pertenecer, el arraigo, como una construcción básica de salud emocional. Tal vez la primera necesidad que tenemos al nacer porque nos conecta con nuestro mundo. Si no tengo pertenencia (las personas adoptadas) inicio la vida haciendo un doble esfuerzo, un doble trabajo para sentirme vinculado. ¿Quién soy? Por ello, los que emigran sufren un drama interior profundo, porque se ven abocados al desarraigo, embolatan la pertenencia y se sienten abandonados. Pierden la conexión con su entorno. De allí que si pertenezco, inmediatamente llega el reconocimiento. Si la madre (primer vínculo) me reconoce, ‘existo’ y empiezo a construir identidad.

Pero, no ‘cante victoria’. La tarea no está concluida. Ahora viene encajar, ser aceptado en ese grupo, tarea de doble faz. La aceptación, de lado y lado, es el drama más desgarrador que vive el mundo de hoy. ¿Cómo encajar? ¿Cómo ser aceptado? Sí, ya estoy vinculado, ya pertenezco, pero ahora no me aceptan y el rechazo del grupo golpea muy fuerte porque no encajo en sus estándares. No es tan fuerte rechazo de grupos a los que no estoy vinculado, pero la paradoja es que lo que dio inicio a mi salud emocional, pertenecer, ahora se vuelve un defecto porque ese grupo no me acepta.

Pero también puedo rechazar al grupo (lo que le sucede a tantísima gente joven que no quiere encajar en este ‘desalmado’ mundo y por ello sus posturas antisistema). La construcción de la identidad se vuelve un asunto complicado y angustioso. Necesito referentes que me den pertenencia, aceptación y reconocimiento. No hay un orden, primero, segundo: todo va sucediendo a la vez. Somos seres sociales de allí que todo lo que tiene que ver con la aceptación, con encajar, se vuelve la pandemia del mundo actual.

El desarraigo universal es el nuevo covid. Por ello usamos máscaras, la necesidad de mostrarnos para ser reconocidos y encajar es prioritaria. La apariencia te da o te quita visibilidad y aceptación. A Maluma no le importa el reconocimiento del restaurante, él ‘ya es’, sostenido en la aceptación de sus fans. Pero, suponiendo que estas desaparecieran se sentiría agobiado porque ‘desaparecería’ su imagen, su identidad y ya ¿quién sería él? Puede sonar a vanidad, pero no lo es. La identidad viene cosida al grupo social, a una pertenencia, al reconocimiento, a la salud emocional, de allí la inusitada importancia de la imagen. ¿Visible o invisible? No es trivial.

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