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Socialismo bananero

El infame trato de Nicolás Maduro a los colombianos desterrados como recurso...

1 de septiembre de 2015 Por: Víctor Diusabá Rojas

El infame trato de Nicolás Maduro a los colombianos desterrados como recurso del chavismo por apagar el incendio interno y de paso permanecer en el poder, no es nuevo. Esa misma estrategia ha sido utilizada a lo largo de la historia por otros sectores políticos venezolanos, en uso del viejo recurso de alebrestar nacionalismo y xenofobia juntos, a costa de generaciones y generaciones de desplazados nuestros, que prefirieron vivir mal allá que peor aquí. ¿O, de verdad, nuestra gente lleva 60 años pasando la frontera solo tras el sueño venezolano? Permítanme que lo dude.Ahora bien, lo que sí tiene de nuevo esta forma de atropello que ahora nos duele es que proviene del movimiento bolivariano, ese presunto socialismo del Siglo XXI que ha convertido a Venezuela en un ‘paraíso’ muy a su estilo en el que conviven especies tan afines como autoritarismo, caudillismo, populismo, nepotismo, nacionalismo exacerbado, asistencialismo, despilfarro, corrupción, violación de derechos humanos y, sobre todo, mentira, mucha mentira. ¿Qué tal la canciller Delcy Rodríguez, quien convirtió en invento de los medios de comunicación la estampida de miles de niños, ancianos, mujeres y hombres en procura de salvar pellejo y corotos? Pero ella, y su jefe Maduro, y todo lo demás no sería más que una anécdota, si esto se redujera a tantas salidas en falso que alimentan memes y otras gracias, Pero ocurre que no. Maduro y su proyecto son mucho más que un chiste. Basta ver las imágenes de la multitudinaria manifestación “Por la paz y contra el paramilitarismo” que él orquestó el viernes pasado en Caracas para ver cómo lo que dice y cómo obra demuestran que no es un simple loco y que lo suyo es más que una locura.Olvidamos que el chavismo llegó para quedarse. Tiene fuerza en las calles, pero además ha cooptado el poder en su país de tal forma que pensar en elecciones limpias es un imposible, comenzando porque ya se deshizo de la oposición al ponerla tras las rejas. Pero además está claro que si tiene que recurrir a lo que sea para no entregar el mando, lo hará y lo va a seguir haciendo. Y si la mejor disculpa es el vecindario o todo lo que se le parezca, para adelante. Ahora la tomó contra nosotros; hace unos días era Guyana; antes, España; y siempre, obvio, los Estados Unidos. Conclusión: vamos a tener vecino incómodo para rato, con un agravante, no está solo. Y, además, es posible que siga acompañado un buen rato de sus reales mejores amigos: Correa, Evo, Ortega, Cristina. Todos, tan dispuestos a seguir mandando en sus países, así sea en cuerpo ajeno, como en hacer del proyecto bolivariano la tabla de salvación de los desposeídos que dicen defender, lugar común de su demagogia. Para saber si las fuerzas se inclinan en ese sentido, hay un indicador a la vista: Unasur. Ahí podremos medir de alguna forma esta semana simpatías y lealtades. Otra cosa, dirán algunos, son Dilma y Lula, lo mismo que Bachelet. Amanecerá y veremos, porque ellos tres andan muy ocupados resolviendo sus líos de patrocinios non sanctos, en el caso de Brasil; y las poco modestas ambiciones de un hijo emprendedor, situación de la presidenta chilena. Con ellos o sin ellos, Maduro y el chavismo estarán al mando quién sabe por cuánto tiempo, un asunto que compete solo a los venezolanos y a nadie más. Eso sí, el país seguirá siendo la república bananera a la que casi siempre se le dio manejo de república bananera y en donde desde hace diecisiete años manda este socialismo bananero, que tampoco es tan lejano. Si no, pregunten por Bogotá.Sobrero: ¡Vamos ‘Pulpo’!

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