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Miguel Simón

¿Qué tiene Simón, siempre en mi opinión, para ser uno de los mejores, si no el mejor de todos a los que tenemos acceso en nuestros canales de pago?

21 de marzo de 2021 Por:

Hace rato que le sigo la pista a este hombre. Aunque, quizás, esto que escribo sobre él ahora no sería lo mismo de haberlo intentado antes.

La razón es que, al menos en mi caso, una cosa era ser espectador de fútbol en la cancha antes de la pandemia, y otra muy diferente resulta ser el aficionado hoy, ese de la tele, el sillón y las redes sociales. Además, con la casa como estadio, y en medio de la muy delgada línea que separa trabajo y ocio, fruto de este encierro al que seguimos sometidos.

A lo mejor, todo eso no es más que percepción. En cambio, lo que sí afirmo, sin dudar, es que Miguel Simón (a quien no he tratado) es un auténtico fenómeno, para utilizar una expresión muy de su natal Argentina, a la hora de contarnos, a su manera, el fútbol. Un oficio nada fácil de inmensas audiencias que ya quisieran tener comunicadores que trabajan en otros ámbitos de la información.

¿Qué tiene Simón, siempre en mi opinión, para ser uno de los mejores, si no el mejor de todos a los que tenemos acceso en nuestros canales de pago?

Como en la canción de Sabina, me sobran los motivos. Desde el alto, casi inaudito, nivel de información que maneja para que ninguna novedad le resulte extraña, hasta su capacidad de descripción que nos permite ver más de lo que estamos viendo.

Esto último sería nada más que una ocurrencia o un discreto recurso literario de no saber que el propio Simón tiene escrito en piedra esto:
“No hay que seguir la pelota nada más” (www.fmradiorepublica.com.ar).

Pero ese principio no es algo aislado. Por el contrario, forma parte de un decálogo de pautas y convicciones que rigen su trabajo cuando se pone frente a cámaras y micrófonos. O cuando escribe, que le resulta ameno y fluido. Ahí están las razones de su éxito.

“Primero soy periodista; luego, relator“"”, dice. Mientras escribo esto, juegan Everton vs. Manchester City y Simón acaba de citar en una jugada a Gylfi Sigurdsson, el islandés. Enseguida, me entero por él -sin que el balón deje de rodar, y él de narrar-, que un volcán acaba de hacer erupción cerca de Reikiavik, la capital.

Igual lo pudo mencionar antes o después, en eso que, cuando se lo preguntan, llama “manejo de los tiempos muertos”. Sí, ese instante en que uno, televidente, ve a un futbolista tirado en el piso y piensa ir a buscar un café a la cocina. Pero este señor lo atrapa con algún nuevo apunte serio, incluso a la hora de hacer humor (¡qué hay más serio que el buen humor!).

También me asombra su precisión. Si bien es resultado de largas horas de estudio (una obligación del oficio de relator) igual, lo confiesa, es fruto de conocer los nombres y el contexto.

Por eso, para Simón, no es lo mismo narrar (y demás tareas que hace) un partido de la Champions o de la Premier League que uno de la Libertadores. “En Europa puede haber jugadas con 18 pases consecutivos. En Sudamérica, dos o tres continuos puede ser la tónica”. Así mismo se mueven sus relatos.

Pero si me preguntan con qué me quedo de esa marca con garantía de calidad que es Miguel Simón y que me lleva a dejar vivo, es el sonido de sus transmisiones (cada vez más me seduce el mute del control), elijo tres cosas. Una, su naturalidad. Dos, su método para educar, tan ligado a la credibilidad y al respeto. Y tres, su correcta aplicación al fútbol de otros saberes.

Digo, saber mucho y al mismo tiempo de rugby (ese deporte de patanes hecho por caballeros), de tenis (la emoción callada) y de baloncesto (summum de la estrategia) le ha servido para entender, y hacernos entender, algo tan básico como es el fútbol.

Diría, y esto sí que es personal, que Simón es lo que es gracias a ser de Ferro. Porque no hay nada mejor en el fútbol, y en todo lo demás, que pertenecer a un grande que parece chico.

Ya me dirá la parrilla de televisión cuándo salta de nuevo al campo Miguel Simón. Ahí estaré, para aprender del colega. Eso que tanto nos cuesta. Y eso que es gratis, o casi.
Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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