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Mejor, el papa Francisco

Mejor me quedo con el mensaje que nos trae el buen Jorge Bergoglio, mensajero, él sí, de la reconciliación.

3 de septiembre de 2017 Por: Víctor Diusabá Rojas

“El dinero que usted logra conseguir con sus argumentos, quitado a la Iglesia y que pasará a sus bolsillos, sea para usted y su familia causa maldita de su ruina”.

Una frase como esta, salida de los labios de un religioso, no puede surgir sino de un par de posibilidades. O es fruto de un momento de efervescencia y calor. O resulta del mayor de los dogmatismos, digno de otros tiempos. Aunque no se puede descartar una tercera: es la mezcla exacta de ambas cosas, con la segunda de ellas como combustible. Su autor, el vicario episcopal de asuntos económicos de la Arquidiócesis de Manizales, Octavio Marcos Fernando Barrientos Gómez.

Para quienes llegan tarde, la génesis de este caso corresponde a hechos ocurridos en el municipio de Filadelfia (Caldas) en enero de 2008, cuando un sacerdote en ejercicio identificado como Pedro Abelardo Ospina Hernández abusó de un menor de once años que oficiaba como monaguillo en la parroquia del pueblo. El cura ya fue condenado y está en la cárcel, y ahora la Sala Civil del Tribunal Superior de Manizales acaba de decidir que entre él y la Iglesia Católica deben pagar 100 millones de pesos como indemnización.

Es eso, la sanción económica, lo que ha despertado la ira santa de Barrientos. En cartas con el membrete de la arquidiócesis de la capital de Caldas, el vicario ha disparado su botafuegos contra quienes, en calidad de jueces, fallaron para reparar a las víctimas: el menor y su madre, quien descubrió los abusos. Tampoco se libran de su andanada los abogados de la contraparte.

El vicario no ahorra adjetivos ni denuestos. “...Justicia parcializada, centrada en un anticlericalismo y odio a la Iglesia Católica”. “Hoy ustedes condenan a la Iglesia Santa, esposa de Cristo, por presiones de los medios de comunicación, intereses partidistas y politiquería barata y sucia”. “Su proceder solo puede calificarse de injusto, abusivo, desmedido, parcial, despótico, improcedente y, por lo tanto, maldito”. Y otras perlas.

Lo que hay que preguntarse es si la Iglesia debe responder como lo exige el Tribunal. No solo desde lo que se puede llamar un acto de contrición pública (que ya lo hizo el papa Francisco cuando en diciembre de 2014 pidió perdón a la humanidad por tantos escándalos, entre ellos los de pederastia), sino en el tema concreto de la reparación debida.

El padre Barrientos debería saber que la arquidiócesis de Boston pagó unos 85 millones de dólares como indemnización a más de 500 personas afectadas por ese tipo de delito. Entre, 300 mil y 80 mil dólares por cabeza. O que en Burlington, en el estado de Vermont, la iglesia local tuvo que vender un edificio que le servía de sede administrativa y un complejo con característica de club de recreo para atenuar el daño hecho por unos pocos que, como suele suceder, manchan para siempre el nombre de una institución, ya sea laica o religiosa.

Y esa es precisamente la otra parte que olvida usted, padre Barrientos: que Colombia es un Estado laico en el que hay que responder ante la Justicia de este mundo. Cosa de la que son conscientes muchos de sus superiores, comenzando por el papa Francisco, quien dista mucho de la forma como algunos sectores retardatarios conciben los alcances de la fe que profesan.

No comparto lo que dice el padre Barrientos, pero lo respeto. Incluso por encima de lo que él dijo en las últimas horas a RCN Manizales: “A todo aquel que procede en contra de la iglesia (...), a todo aquel que vive a espaldas a Dios y de la Iglesia, él mismo se ha cosechado su título de maldito”.

A palabras necias, oídos sordos. Mejor me quedo con el mensaje que nos trae el buen Jorge Bergoglio, mensajero, él sí, de la reconciliación. Bienvenido papa Francisco a esta tierra, tan necesitada de justicia y, sobretodo, de perdón, como bien lo puede ver.

Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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