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Más allá de Finlandia

Aunque cuando el factor diferenciador se llama Vladimir Putin, el tirano y el invasor, bien vale pensarlo dos veces.

15 de mayo de 2022 Por:

La reciente decisión de Finlandia de sumarse a la Otan marcará el futuro próximo de Europa. También, el nuestro. Suena extraño que un pequeño país de cinco millones y medio de habitantes incline la balanza. Y no en cualquier momento, sino precisamente en este, cuando lo que sucede en Ucrania mantiene el riesgo de una conflagración de proporciones mundiales. Hasta el momento, todo esto nos pega duro en el bolsillo. No se vayan, irá a peor. Resumimos entonces: el hecho de que Finlandia sea parte de la Otan solo puede traer una de dos consecuencias. O que Vladimir Putin entienda que los alcances de su locura tienen límites. O que dé cumplimiento a sus amenazas contra Finlandia - y también contra Suecia - por lo que llama “riesgo a la seguridad” de Rusia. Amenaza y seguridad son los actores principales de una película rusa que los finlandeses conocen de vieja data.

Finlandia siempre ha tenido en frente al Oso (así, en mayúsculas, por su tamaño y su poder), sin retroceder más de lo necesario y siempre dispuesta a luchar contra él, cuando no ha tenido otro remedio. Así ganó en batallas, y perdió en territorio, dos pleitos armados contra la entonces Unión Soviética en medio de la Segunda Guerra Mundial. Y así convivió con la Alemania nazi para luego expulsarla de su territorio. Igual, ha hecho uso de la diplomacia para evitar despertar la ira rusa o para hacerle el quite a trampas que le han tendido. Ahora, con ese mismo tacto quiere dar un paso al costado frente a lo que durante mucho tiempo consideró: mejor un mal arreglo que un buen pleito con ellos, sus vecinos rusos.

Entendamos entonces que ahí, en esos largos mil kilómetros de frontera, se va a escribir un nuevo capítulo, no solo de las relaciones entre Finlandia y Rusia sino, sobre todo, entre Moscú y Occidente. Ochenta años atrás fue la defensa de Leningrado la que sirvió de argumento a la Unión Soviética para cruzar la frontera. Hoy, nadie le creería a Putin si sale a decir que teme perder San Petersburgo (la verdad, muy poco rusa). Mejor entonces le resulta esto de inventar fantasmas y luego actuar, de la forma criminal como lo hace en Ucrania.

A este rompecabezas le falta Suecia. Y es fácil decir que los suecos seguirán los pasos de Finlandia y buscarán el abrigo de la Otan, porque no parecen tener otra opción. No estoy tan seguro. Al menos habrá allí un intenso debate antes de dar ese paso. Un carácter neutral tan reconocido como el suyo no se entierra de un día para otro. Aunque cuando el factor diferenciador se llama Vladimir Putin, el tirano y el invasor, bien vale pensarlo dos veces. Pero aquí el verdadero telón es otro. Porque si Finlandia y Suecia finalmente entran a formar parte de la Otan, los auténticos determinadores del mañana serán Estados Unidos (ellos son la Otan y la Otan son ellos) y Rusia. ¿Qué vendrá entonces para el mundo? Para no especular, ni idea. O sí: todo eso, más lo que apueste la República Popular China.

*** Sobrero 1: Bárbara y reprobable la acción de la policía israelí al moler a palos a quienes participaban del cortejo fúnebre de la periodista palestina-estadounidense Shirín abú Aklé, asesinada, todo indica, por un francotirador de las fuerzas de ese país. Queda claro que entre las muchas cosas que el dinero no puede comprar está una muy importante, la verdad. Sobrero 2: Fui alumno de Mauricio Gómez Escobar en la redacción de El Siglo. Paz en la tumba del gran maestro y extraordinario periodista. ​

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