El pais
SUSCRÍBETE

¿Justicia?

¿Qué es lo que tanto cuentan los extraditados que nos resulta tan prohibido saber a nosotros, los colombianos?

8 de mayo de 2022 Por: Vicky Perea García

Veo la imagen de ‘Otoniel’ a bordo del avión que está a punto de llevarlo, extraditado. Se le ve encogido en su silla, con las esposas puestas, reducido a casi nada. Apenas con una botella de agua como bálsamo.

Y le imagino hace unos meses o años, en pleno uso de sus facultades criminales, en un país como este donde tipos como él alcanzan tanto poder. Ese poder del que casi siempre nosotros, los ciudadanos, sabemos demasiado tarde. Porque a quienes les corresponde combatirlos y en quienes depositamos nuestra confianza, tardan demasiado en poner fin a sus andanzas. Por muchas razones. Entre otras, por esa que usted está pensando y en la que yo coincido plenamente. Aquel otro mal que tampoco tiene fin, el contubernio en que caen algunos.

Decía que lo imagino en ejercicio de su imperio, llevándose por delante a mucha gente, abusando a sus anchas allá, en esa Colombia lejana que nos negamos a ver. En realidad, si ustedes hacen cuentas, a ‘Otoniel’ lo descubrió el centralismo por las denuncias de aquellos a quienes avasalló y gracias a la voz de la prensa que hizo eco de ellas.

Eso sí, sus dominios no resultaron ser de un día para otro. Y eso es lo increíble: que nadie, en representación de la autoridad, se haya percatado a tiempo. Bueno, así pasó con todos cuantos le antecedieron y, mucho me temo, pasará con los que le van a suceder.

Porque esto va para rato. Solo basta mirar el mapa de estos dizque grupos residuales para concluir que otros ‘otonieles’ andan sueltos en muchos lugares, convertidos en azote de las comunidades que habitan en esas regiones. Como ahora mismo pasa con la respuesta del Clan del Golfo, sin que se note del Estado una respuesta pronta y contundente.
Sobre eso, llaman desde Tarazá, Antioquia, para decir que no pueden salir a las calles, ni siquiera a comprar algo con qué calmar el hambre.
“Desobedecer nos puede costar la vida, estamos peor que en el momento más agudo de la pandemia”, dice la fuente.

Vuelvo al ‘Otoniel’ y su tardía derrota. Atrás quedan, como ha pasado con sus colegas de fechorías, las fiestas y escandaleras que armaba. Y el desenfreno y la ostentación. Y las pasarelas, flanqueadas por venias y genuflexiones. Y los abrazos con figuras públicas que luego niegan compadrazgos. Y atrás también quedan el oro y los diamantes. Y la silicona, porque sin silicona no hay paraíso. Aunque, seamos sinceros, en eso de gustos y exageraciones, ‘Otoniel’ y los demás no son la excepción.

Aquí debería poner que al ver al capo sometido la conclusión es que, en efecto, el crimen no paga. No siempre, como en este caso. De hecho, se lo llevaron sin responder por los crímenes de aquí. Se fue -o mejor, lo sacaron a las carreras-, en lo que no es más que una absoluta vergüenza.
Porque, aparte de dejar en evidencia la incapacidad de nuestro sistema judicial, se les grita a las víctimas que no existen, que importan un carajo.

Y sospecho, además, que esto no le va resultar mal negocio. Sobran antecedentes de quienes se fueron en un avión de la DEA y luego han vuelto. Ni tan pobres ni tan arrepentidos.

Ahora, ¿qué es lo que tanto cuentan los extraditados que nos resulta tan prohibido saber a nosotros, los colombianos, quienes los hemos padecido? ¿Son sus declaraciones obligada reserva de esos procesos, para luego pasar a formar parte de opacos archivos gringos que solo se desclasifican 25 o más años después? ¿Los Estados Unidos son conscientes de que nos sería muy útil, como sociedad, saber qué dicen esas confesiones, entre otras para conocer dónde estamos parados y, en realidad, con quiénes?

No sé si este país será mejor con ‘Otoniel’ en un calabozo allá, a la espera de un juicio y una condena (y también de una negociación, no lo duden). En cambio, de lo que sí estoy seguro es que necesitamos de una Justicia que funcione. Para lo cual no basta con una reforma sino con una Nación en la que valga la vida y la corrupción no sea pan de cada día. Porque ahí está el pecado original.

Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

AHORA EN Victor Diusaba Rojas