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Identidad

Casi siempre en tiempos de crisis nos asalta la búsqueda de identidad.

17 de marzo de 2019 Por: Víctor Diusabá Rojas

Casi siempre en tiempos de crisis nos asalta la búsqueda de identidad. Quizás intentamos de esa manera dar con una forma para cohesionarnos, olvidando que más que receta para tantos males, entre esos la división per se, la identidad es un insumo. ¿Para qué? Para ayudar a construir un auténtico proyecto de sociedad, levantado sobre la piedra fundamental que encierra el concepto de eso, de la propia identidad.

¿Qué es la identidad? Debe ser más fácil definir qué no lo es. Aunque en un panorama como el nuestro caben perfectos los alcances que a ella atribuye el escritor argentino-canadiense Alberto Manguel cuando afirma que la identidad de un pueblo se refleja menos en la política y más en las historias que está en capacidad de contar ese mismo pueblo.
Menos mal, digo yo. Menos mal buscar y encontrar esa esencia social, cultural, geográfica y más cosas, en el seno de las gentes que la encarnan, antes que en quienes dicen representarlas. Más en estos tiempos de tan escaso liderazgo y, por el contrario, torrentes de demagogia.

Igual, sin que haya mucho en quién o quiénes creer, el tema de dar con quiénes somos y qué nos caracteriza, ya lo decía, nos persigue. O como decía el genial gordo Osvaldo Soriano, quien sabe por qué carajos nos levantamos a diario, preguntándonos por nuestros orígenes.
Por eso mismo, la semana pasada, cuando escuchaba a quienes asistieron, y asistimos, a la cita de la Gobernación del Valle, para tirar corriente sobre la construcción de una identidad de la región, empecé a hacerme preguntas sobre cuánta responsabilidad nos cabe a los comunicadores y a los medios, en un asunto del que, en buena parte, dependen muchas de las políticas de Estado de la agenda departamental.

¿Es eso verdad?, se preguntarán algunos. ¿Por qué la identidad pesa tanto en un mundo globalizado como el de hoy? Mejor dicho, ¿a quién le importa eso en una nueva escala de valores que parecerían ser de estricto mercado? ¿Y cuál de los dos caminos terminará por tomar la humanidad, como lo plantea el mexicano Ricardo Valtierra Díaz Infante: el de, en aras de esa identidad, conservar las costumbres, o quedarse más bien con modelos de desarrollo que pueden terminar por hacer un mundo uniforme, ese que a los autócratas les resultaría hecho a la medida.

Frente a ese dilema, el periodismo es gran responsable del resultado de un cara a cara que ya es mano a mano. En lugares como el Valle, la diversidad es la clave, un antídoto contra amenazas veladas, para apostar por las identidades. Y nuestro compromiso, como comunicadores, debería estar ligado a que esa pluralidad en tantos sentidos se pueda mantener.

Como dijeron algunos participantes en Expo región ‘El Valle está en vos’ -en especial en el panel del que participaron los maestros Gustavo Álvarez Gardeazábal, Pedro Alcántara Herrán y José Zuleta Ortiz- del Pacífico a las cordilleras hay tan ricas y distintas expresiones que, más allá de las diferencias -o mejor, gracias a ellas- permiten contar con esa suma de identidades. Entonces, no hay que romperse el coco pensando en cómo construirlas sino cómo hacer que se junten sin que pierdan su sello particular.

Y en especial, que se divulgue y promueva esa agenda de ferias y exposiciones. Más ahora que, como ya es un hecho, el departamento está a la vanguardia -junto a otros, para no pecar de exitismo- de los destinos culturales que, ojalá lo entendiéramos, no solo interesan a los visitantes nacionales sino a esa cada vez mayor afluencia de turismo extranjero.

Todo eso es posible. Solo que, como dijo el periodista Fernando Quijano habría que comenzar, uno, por creerlo. Y dos, entender que si algo hace daño a una sociedad es el canibalismo. Esa tara que puede tener los días contados si confiamos en los jóvenes, que, a buena hora, han decidido copiarlo menos y desecharlo más.

Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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