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El silencio de los chicos

Tengo la sensación de que son niños y jóvenes quienes están llevando alguna de la peor parte de este encierro. Y como es esa mirada nada más que fruto de la percepción, bien vale mirar qué dice la ciencia.

5 de julio de 2020 Por: Víctor Diusabá Rojas

Tengo la sensación de que son niños y jóvenes quienes están llevando alguna de la peor parte de este encierro. Y como es esa mirada nada más que fruto de la percepción, bien vale mirar qué dice la ciencia.

Sobre el tema hay varios estudios que no necesariamente apuntan a sacar, de manera estricta, conclusiones de los efectos de las cuarentenas (hay tantas) en los más chicos.

Aunque, antes que nada, esta vaina nos está pegando a casi todos en el coco. Lo dice la importante investigación de la Corporación Nuevos Rumbos, tras analizar el resultado de un test en línea hecho en Colombia.

Y es que si uno de cada dos de quienes respondieron “muestra cambios negativos” en el estado de ánimo, y uno de cada tres escaló en “los niveles de agresividad”, o seis de cada diez tiene evidencias de malestar y ansiedad, da para algo más que preocuparnos.

Eso, si se parte del hecho de que antes de la pandemia ya veníamos mal y empeorando. Porque aquello que acuñamos sobre que somos una sociedad enferma nadie ya lo discute, quizás porque todos los días hay aquí nuevas y contundentes evidencias hechas de barbarie y salvajismo. Que pasan en otros lados, pero no con la frecuencia nuestra.

Aunque también podemos cerrar los ojos y hacer oídos sordos para seguir llamándonos “el mejor vividero”. En fin, respetables formas de ser, o eso que llaman idiosincrasia.

Tampoco se trata de apostar al mundo ese ideal que pretenden vendernos algunos, olvidando la especie que hemos sido, somos y seremos. En esa línea, me gustó mucho la aterrizada que Nuevos Rumbos le pega a la Organización Mundial de la Salud (organismo que me merece todo el respeto pero que, seguro, admitirá reparos), frente a la definición que la OMS hace de la salud mental: «Estado permanente de bienestar en todas las esferas», un imposible, o lo que es lo mismo: todos felices y con muchas perdices.

Salud mental más bien puede ser “un conjunto de comportamientos y de condiciones relacionadas con el bienestar, el disfrute y la satisfacción consigo mismo y con los demás; pero no es algo estático, podría describirse mejor como un equilibrio inestable (Nuevos Rumbos)”.

Dicho eso, vuelvo sobre los chicos y su situación, ya en un concierto más amplio. Un artículo de la agencia Infobae hace referencia al trabajo de NRC Health, una compañía británica, donde se concluye, con base en citas médicas solicitadas en estos últimos meses, que “casi la mitad de la generación Z (hasta 23 años) y los millennials (hasta los 40 años) informaron un empeoramiento de los sentimientos”, muy por encima de la generación X (hasta los 60 años), los baby boomers (hasta los 75 años) y la generación silenciosa (más de 75 años).

¿Dónde están los centennials (hasta los 19) y quienes integran la generación T (hasta los 10 años)? No figuran ahí, acaso porque no tienen nada que decir o se tragan lo que están viviendo o no nos ponemos en sus zapatos. Alguien también podría decir que como lo suyo es el mundo de la hiperconexión, la velocidad digital y la instantaneidad no han sentido el golpe.

No lo sé, sólo lo intuyo: ellos no perdieron el trabajo ni su capital, tampoco su salud parece correr el serio peligro de nosotros, los mayores, pero sí la libertad de estar con sus amigos y (sobretodo) sin nosotros. Todo lo perdieron de un día para otro. Más que duro, debe ser una absoluta tragedia.

***

Sobrero:
Prepotente, amigo de embustes e histriónico nos salió Francisco Barbosa, a quien los colombianos le dimos el cargo de Fiscal General por recomendación de su compañero de curso y amigo (esos fueron los méritos), el Presidente de la República. No pierdan el tiempo pidiéndole la renuncia. Como otros, ahí está y ahí se va a quedar. Y de caerse, será para arriba. Una anécdota más para engrosar el gran anecdotario que resulta ser la historia de esta tierra.

Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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