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El reto ambiental

El diluvio en días pasados en Cali, las granizadas sin antecedentes recientes...

6 de abril de 2015 Por: Víctor Diusabá Rojas

El diluvio en días pasados en Cali, las granizadas sin antecedentes recientes (por su volumen) en Bogotá y la embestida de un invierno en pleno otoño en el norte de Chile con alto número de víctimas y millonarios daños, pusieron de nuevo en boca de mucha gente el cambio climático. Resuelta ya cualquier discusión sobre su existencia, vale la pena ocuparse ahora no solo de sus alcances sino también de lo que es perentorio hacer, antes de que el agua (y todas las demás expresiones de ese fenómeno) nos dé al cuello.Por eso resulta importante que los alcaldes miren qué hacer porque es ahí, en los grandes centros urbanos, donde se cocina el problema. Al menos las cifras que da el experto Eduardo Valls lo dejan a uno no sé si helado o caliente. Es ahí, dice Valls, en las urbes del planeta, donde viven más de tres mil millones de personas, que, sin saberlo, ‘aportan’ el 75% del efecto invernadero y consumen el 78% de la energía.América Latina pone su cuota. Si uno suma a México D.F., Buenos Aires, Río de Janeiro, Sao Paulo, Bogotá, Lima, Caracas y Santiago de Chile, entre otras, junto a algunas de menores dimensiones pero rumbo a parecerse a las primeras como Quito, Cali, Fortaleza, La Paz, Panamá, Santo Domingo o Tegucigalpa, se llega a la conclusión de que no es fácil dar con cuál es la fórmula ideal frente al cambio climático.No la hay. Lo que sí existe es la posibilidad de compartir experiencias y, a la vez, tomar medidas conjuntas que permitan una reducción del impacto común, porque al fin y al cabo, más allá de las distancias, todos vivimos bajo este mismo techo.Por eso, la experiencia en días pasados en Buenos Aires del Foro Latinoamericano de Alcaldes C-40 (del que, encuentro en internet, no forma parte Cali pero sí tuvo la buena idea de participar) es más que rescatable por cuanto no solo deja propósitos (como suele suceder en este tipo de escenarios) sino resultados. Por ejemplo, si se trabaja en conjunto el tema de la reducción sostenida de emisiones de CO2 para 2030, eso equivaldría a sacar de circulación 526 millones de automóviles.Como tampoco sería menor el efecto, y el ahorro, de hacer de nuestros centros urbanos unas ciudades de autobuses limpios. Alguien dirá, no sin razón, que sería mejor tener antes ciudades de autobuses dignos. Lo uno no quita lo otro. En Colombia se necesita hacer del transporte público un medio vivible y sano. Nada sacamos si a eso no lo acompañamos con medidas para ‘descarbonizar’ esas inmensas flotas de transporte masivo. Si 114.655 autobuses son relevados por otros de cero emisiones, la reducción sería equivalente a 1,78 millones de toneladas anuales, señala uno de los documentos del Foro. ¿Posible? A lo mejor sí, siempre y cuando en la decisión se comprometan todas las partes de esa inmensa, y gruesa, cadena que va desde el poder de decisión de los mandatarios, hasta quienes participan en la producción y financiación de un mercado como el automotriz, obligado a cambiar para salud de todos. El de Buenos Aires es un paso en la dirección correcta. Ya veremos si las políticas de Estado permiten que esa labor de equipo le gane a nuestros eternos individualismo, provincialismo y politiquería.Sobrero: Con Carlos Gaviria Díaz se marcha -aparte del gran jurista, del ético dirigente político y del inolvidable maestro de la academia- el humanista, esa rara avis de este pobre presente nacional en el que todo parece valer más que la inteligencia De todas sus enseñanzas, subrayo una: el respeto por el contradictor (y muchos que tuvo), en el que nunca vio a su enemigo. Una lección que, está a la vista, algunos decidieron aprender jamás.

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