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El derecho a los toros

Comienzo por recordarle a la propia Claudia López, ella es alcaldesa tanto de ellos, los antitaurinos, como de nosotros, los taurinos

19 de enero de 2020 Por: Víctor Diusabá Rojas

Hay temporada taurina en Bogotá, a partir del próximo domingo 2 de febrero. Y hay también temporada antitaurina, lo ha dicho Luis Ernesto Gómez, secretario de Gobierno de la Alcaldía. Me parece bien. De eso se trata la democracia.

Ahí podría quedar todo dicho, de no ser porque hay algunos asuntos que están por aclarar. Comencemos por decir que los toros, como se le denomina de manera genérica a este espectáculo, son un negocio privado.

En el caso de Bogotá, quienes hacen los toros utilizan un bien público, la Plaza de Toros de Santamaría. En la actualidad, una empresa (la colombo-mexicana Casa Toreros) cumplió con todos los requisitos exigidos el año pasado por la ciudad para que se le adjudicara la temporada taurina bogotana, como en efecto sucedió.

La citada empresa, que paga impuestos (no es del caso decir que son bastante altos) procede, a partir de esa fecha, a dar una serie de festejos taurinos que representan, como lo ha dicho la Corte Constitucional, a una actividad legal.

En este punto es necesario decir que el erario de la capital de la República no destina presupuesto alguno a auspiciar la fiesta de los toros. Como no lo hace, y como creo que no lo puede hacer, administración nacional o local alguna. Por eso, las declaraciones ampulosas y veintejulieras de algunos mandatarios sobre que no van a destinar un peso a lo taurino no pasan de ser demagogia pura.

¿Por qué entonces, la Alcaldía de Bogotá sí en cambio pareciera dispuesta a apoyar la actividad antitaurina con recursos de la ciudad? Eso sería inequitativo porque, comienzo por recordarle a la propia Claudia López, ella es alcaldesa tanto de ellos, los antitaurinos, como de nosotros, los taurinos.

Esto tiene nombre propio: Luis Ernesto Gómez. Sí, Luis Ernesto, soy la misma persona que, en sus tiempos de viceministro, le ofreció disculpas por interrumpir sus ocupaciones en la sala de espera del aeropuerto de Pereira, para decirle lo que ahora digo en este espacio: no puede usted obrar (como lo hizo entonces y parece querer volverlo hacer) como activista del llamado movimiento animalista, cuando a la vez ejerce la condición de funcionario público.

Se empeña usted en perseguir a los taurinos. Eso de sugerir que es lo mismo coger a cuchillo a un gato o un perro en la calle que a un toro en un ruedo es una mentira. Hacer lo primero es un delito. Lo otro (que no es ni mucho menos lo que usted describe y que además no vamos a pedirle que lo entienda), está autorizado en la ley.

Con ello, casi que nos trata de delincuentes. No solo a quienes practican el oficio del toreo y trabajan en la organización de las corridas, sino también a miles que asistimos en condición de espectadores, en uso de un derecho que usted no puede conculcar pero tampoco debería descalificar, hasta el punto de criminalizar la actividad.

No olvidamos que el 22 de enero de 2017 fueron 34 las personas que resultaron heridas en los alrededores de La Santamaría de Bogotá, entre ellas cinco miembros de la Fuerza Pública, atacadas a mansalva por bandas de energúmenos remunerados, bien sabe usted por quiénes, aquellos viudos de poder decididos a demeritar en redes sociales todo lo que hagan Claudia López y su equipo. Ojalá pueda usted garantizar nuestra seguridad, dentro y fuera de la plaza.

Y no sé si estén enteradas de sus declaraciones la Alcaldesa y, en especial, Angélica Lozano. Sigo creyendo que, pese a salidas en falso como esa suya, esta administración puede hacer una Bogotá de todos y para todos.

Luis Ernesto, le reitero mi invitación de aquel día en el aeropuerto, Sostengamos un debate público sobre toros sí y toros no. Nos vemos el 2 de febrero frente a La Santamaría (y las cinco tardes restantes). Encontrará, ya lo verá, gente que no está de acuerdo con usted, pero que sabe muy bien respetar al contradictor.

Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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