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Dogmáticos

Si el atropello del presidente de Venezuela Nicolás Maduro contra todo lo...

23 de febrero de 2015 Por: Víctor Diusabá Rojas

Si el atropello del presidente de Venezuela Nicolás Maduro contra todo lo que signifique oposición a su gobierno (llámense dirigentes políticos, medios de comunicación, intelectuales o estudiantes) genera repudio, uno no sabe qué sentir frente a la indolencia de América Latina ante lo que sucede en el vecino país. ¿Qué tal que este tipo de abusos ocurriera, solo para entablar una comparación, en alguna nación de la Unión Europea? Me dirán que una cosa es allá, donde esa comunidad política de derecho funciona para muchos asuntos pero especialmente para defender la democracia, y otra bien distinta es el inmenso Macondo que habitamos, en el que, además, se pretende ver lo que sucede con un solo cristal, el del dogmatismo.Aunque ni ese dogmatismo es nuevo ni hay que salir de casa para comprobarlo. Recuerdo ahora cómo hace dos y tres décadas en Colombia se pretendían negar los crímenes de lesa humanidad de los regímenes militares del Cono Sur. “Es una tarea de desprestigio orquestada por el comunismo internacional”, se decía. Por entonces, a criminales de la talla, y de la saña, de Augusto Pinochet o Jorge Rafael Videla se les llamaba defensores de la cristiandad y otras bellezas. Bueno, como se había hecho años antes con esa otra joya, el generalísimo Francisco Franco.Esa defensa a ultranza por parte de la extrema derecha duró hasta que ya fue imposible tapar el hedor de tantas y tantas muertes, y espantar la niebla de miles y miles de desapariciones. Entonces se volvió incorrecto ser de Pinochet y de Videla.Igual pasó del otro lado, de cara al régimen castrista. Sobre ese evidente tránsito de una revolución al fracasado modelo político (más allá del bloqueo) se ha decidido mentir una y otra vez. A la inexistencia de la libertad en la Isla se le denomina con todo tipo de eufemismos por parte de la extrema izquierda. Estoy seguro de que cuando el mundo conozca tantas verdades ocultas, atribuidas a “la propaganda imperialista”, ellos, los áulicos, saldrán de puntillas, negando a Fidel antes de que el gallo cante tres veces.El dogmatismo venda los ojos. Luego, obliga a mentir o a hacerse el pendejo. Y para el caso ahí está Venezuela hoy. ¿Puede alguien, en uso del mínimo sentido común y del buen juicio, negar las gravísimas violaciones a los derechos humanos que están sucediendo en ese país? ¿Por qué quienes tanto alabaron a Chávez y Cía, y exigen respeto a esos mismos derechos en Colombia, no condenan tantos abusos, cuando este no es un tema ideológico sino derechos humanos, y punto? Si quieren, reprueben la posibilidad de un golpe de estado, que, no lo duden, sería la peor de las salidas para Venezuela, pero no sirvan de cómplices a lo que no se puede tapar. ¿No lo hacen por qué, presuntamente, el gobierno de Maduro es un gobierno de izquierda (¡qué va a ser de izquierda!)? ¿Es esa misma doble moral de los pinochetistas de ayer la que ahora invade a los chavistas de hoy?Cada vez estoy menos seguro de que tal o cual ideología garantizan una mejor persona. Pero de lo que sí no me cabe duda es que los derechos humanos son los de todos y no solo de aquellos que concuerdan con mi concepción del mundo. Como diría el inmortal filósofo Mario Moreno, ahí está el detalle.Sobrero: Gracias, Frank Ramírez. Hasta siempre, Frank Ramírez. Esta noche, a tiro de piedra de Tuluá, me sentaré a verlo ser -una vez más de tantas - León María Lozano. Ese mismo personaje que nos contó Gustavo Álvarez Gardeazábal y que Frank hizo carne, y cine, para ayudarnos a tratar de entender este país inentendible.

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