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‘Confesiones’

¿Qué es ‘Confesiones’? Una forma ágil y cruda con la que Marsh se desnuda como médico y ser humano.

9 de junio de 2019 Por:

Hasta hace poco se sabía de Henry Marsh que era un reconocido neurocirujano, célebre por escapar al confort en el Reino Unido, de donde es oriundo, para atender a gente en países pobres como Nepal o Ucrania, en esa especialidad en la que se cruzan las urgencias clínicas y las realidades sociales.

Al fin y al cabo, es la necesidad del servicio médico una de las mayores angustias del hombre contemporáneo. Aunque como le escuché hace un tiempo a William Ospina, sorprende que los seres humanos necesitemos de la medicina hasta el punto de convertirla en casi razón de ser (sobre todo con el paso de los años, acoto yo), mientras las demás especies animales jamás vayan al médico y se mantengan tan tranquilas.

Pero estábamos en Henry Marsh y su prestigio en la neurocirugía y en la tarea social, a la que ahora suma otro grado de celebridad como escritor. Y no porque haya buscado hacerse famoso escribiendo libros, sino porque si todos le salen como ‘Confesiones’ o como ‘Ante todo no hagas daño’ (ambos narrativa ‘Salamandra), tiene con qué regalarnos dicha en estos tiempos de hombre jubilado y con mucho para contar a los 69 años.

¿Qué es ‘Confesiones’? Una forma ágil y cruda con la que Marsh se desnuda como médico y ser humano. Eso, que podría ser algo común y corriente, termina por hacerse trascendental, y nada aburrido, en la medida que el Doctor entra en materia sobre las realidades (y vergüenzas) de una profesión que viaja con frecuencia al fondo de todos nosotros. Lo que, digo con respeto, no sé si forme parte del inventario de quienes la practican, valga recordar, en condiciones cada vez más difíciles.

No solo aquí. Miren cómo Marsh revela que las restricciones de la Unión Europea y las exigencias burocráticas hacen que en la actualidad los ingleses tengan menos médicos per cápita que casi todos los países de la región, a excepción de Polonia y Rumania.

Es desde ahí, de las circunstancias en que se ven obligados a vivir él y sus colegas, que parte este viaje de Marsh por salas de consulta, quirófanos, juntas médicas y pacientes. Páginas que corren paralelas a la vida cotidiana que llevan los médicos, aquella a la que muchas veces robamos tiempo en el lugar que sea, sin que nos asalte pudor alguno. Como dice una amiga cuando hay alguna reunión social de por medio: “Ni se te ocurra presentarme como la cardióloga que soy porque este almuerzo se vuelve una sala de urgencias”.

Además porque, deberíamos saberlo, la medicina no es ciencia exacta como lo creemos y, aparte, lo exigimos. Marsh cuenta algo que yo creía muy nuestro y también existe en otras culturas: la obligación que consideramos tiene el médico de sacarnos al otro lado a nosotros y los nuestros, por encima de aquello de que se padece o nos aflige.

“Los médicos, dice, manejamos probabilidades, no certezas” Y peor aún o más claro, como lo consideren: “A veces, si (tú, médico) has de tomar la decisión correcta, debes aceptar que podrías estar equivocado. Es posible que, actuando así, pierdas un paciente con un buen resultado pero salves a muchos otros -y a sus familias- de un enorme padecimiento”.

Claro, más allá de los derechos que tenemos como pacientes, siempre estarán al acecho tinterillos expertos en saltar a la yugular de quien atiende y de quien es atendido, a lo que se refiere en un capítulo que destina a los abogados. ‘Confesiones’ consigue que nos levantemos de la silla o camilla para atravesar la línea invisible tras la que se esconden vida, milagros y frustraciones de una actividad tan vieja como el hombre y a la que siempre vemos desde fuera.

Una profesión que tiene como desafío moral para quienes la practican, retomo sus palabras, “tratar a los pacientes como nos gustaría que nos trataran a nosotros, compensar con atención y amabilidad el distanciamiento emocional que necesitamos para hacer nuestro trabajo”.
Una de las lecciones de este libro, que antes que un tratado de medicina es una mirada a la lucha por la vida, escrita con el alma, más fluidez y color de manos diestras.

Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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