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China: sí y no

Ahora bien, por supuesto que la vacuna china, y la rusa (y algunas más, quizás no todas), son, aparte de nueva expresión de los alcances de la inteligencia humana, grandes alfiles en el ajedrez de la geopolítica mundial.

28 de marzo de 2021 Por:

Les doy gracias al pueblo chino y a su ciencia. Sus vacunas (una de ellas la de Sinovac) salvan a diario millones de vidas en muchos lugares del mundo, incluida Colombia (entre otras, la de mi padre -90 años-, quien recibió la segunda dosis el sábado pasado).

Igual, estoy muy agradecido con miles de hombres y mujeres de muchas más nacionalidades, que en diversos laboratorios del planeta se han quemado las pestañas en la lucha contra el maldito bicho. Personas ellas sobre las que no tenemos idea de sus nombres ni de sus rostros, que no necesitan posar para la prensa al lado de sus maravillosos inventos. Aunque si lo hiciesen, fijo, se les cuela en la imagen algún lagarto, con o sin investidura.

Ahora bien, por supuesto que la vacuna china, y la rusa (y algunas más, quizás no todas), son, aparte de nueva expresión de los alcances de la inteligencia humana, grandes alfiles en el ajedrez de la geopolítica mundial.

Ahí está la República Popular China, a la cabeza de esta nueva etapa de la historia que se escribe paralela a la Covid- 9. Por ejemplo, en ese Brasil que anda a la deriva. Ahí, los chinos (con exactitud, Huawei) estaban por fuera de la subasta de la frecuencia de internet 5G. Tras la llegada de insumos para producir vacunas chinas en el país, Bolsonaro levantó ese veto. Adivinen quién suena para ser uno de los ganadores de ese inmenso negocio...

Aquí en Colombia también tenemos ahora un nuevo ‘mejor amigo’, el presidente Xi Jinping. Nada más la semana pasada, me contaron, su homólogo Iván Duque anunciaba, en el programa vespertino que presenta en televisión, un próximo saludo en persona de XI Jinping al pueblo colombiano. Como no sigo a Duque ahí, no sé si el mismísimo heredero de Mao Zedong en el poder habló en exclusiva, lo que no está mal.

Lo que sí está mal es que, ya sea en aras de congraciarse con Xi Jinping (y de, quizá, buscar nuevos aliados de cara a pleitos regionales), el gobierno pierda las distancias en otros terrenos, con consecuencias aún por establecer.

Hablo de la sorprendente intervención el 15 de marzo pasado, en una sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Alicia Arango, embajadora ante la ONU en Ginebra, dijo:

“Encontramos mérito en las intervenciones realizadas sobre los avances en materia de derechos humanos, económicos y sociales en la República Popular de China, así como mejorar los niveles de vida de su población, y mantener la estabilidad social y reducción de la pobreza”.

Mi querida y apreciada Alicia, sobre esos avances “económicos” y “sociales” mucho se puede discutir. igual en torno a “los niveles de vida” y la “reducción de la pobreza”. Digo, siempre y cuando eso se haga fuera de China. Porque en la República Popular, la libertad de expresión está reducida al mínimo por no decir que no existe.

Allí, aparte, abundan la represión sistemática de la oposición; los juicios injustos y casos de tortura; los secretos de Estado sobre la pena de muerte que se aplica; la represión a minorías como los uigures, los kazajos y otros grupos étnicos, casi todos musulmanes; la discriminación y la estigmatización social a la población LGTBI; la intimidación, hostigamiento y juicios arbitrarios a defensores y defensoras de los derechos humanos, y a sus familias. Más otras prácticas, condenables todas.

Lo dice Amnistía internacional y lo ratifica, entre otros, la Unión Europea, cuyas relaciones con China pasan hoy por uno de los peores momentos, precisamente por denunciar eso mismo, su reiterada violación a los derechos humanos.

Una salida en falso como esa da para caricaturas geniales, como la de Mheo en este mismo diario, y para ‘memes’. Pero afuera la lectura es otra y a otro precio. Porque a nadie se le va ocurrir que ese espaldarazo sea simple torpeza e ignorancia sino más bien, y eso es lo muy grave, física complicidad.
Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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