El pais
SUSCRÍBETE

2017

Andaba en procura de alguna cuota de optimismo para el año que...

2 de enero de 2017 Por: Víctor Diusabá Rojas

Andaba en procura de alguna cuota de optimismo para el año que acaba de comenzar. No es fácil para 2017 suceder al muy duro 2016. Y no daba cómo, hasta que, preciso, con base en un artículo de El País de España me sentí en el derecho, a medianoche de antier, de comerme no las doce uvas de siempre sino 24. No podría ser de otra forma. El mundo, dice la nota, va mejor que nunca y mejorando. Y lo más grave es que es cierto, si uno se atiene a las cifras que aparecen en ese diario. Vean: nunca el analfabetismo había sido menor que ahora. Hace un siglo largo, ocho de cada diez personas no sabía escribir ni leer en el mundo. Hoy eso está por debajo de dos. En los últimos 35 años, las víctimas de la guerra descendieron de las cuatro que costaban por cada 100 mil habitantes a menos de una. Aparte, las expectativas de vida son mayores. Desde finales del XIX hasta hoy, los latinoamericanos hemos duplicado los años a los que podía aspirar a vivir uno de nuestros ancestros de entonces. Y Colombia no es excepción. No pongo muchos números, pero estar hoy en un 5% de analfabetismo o con expectativas de vida que bordean los 74 años, son cambios que no se pueden ver a la ligera. Nos hemos transformado mucho en los últimos 100 años antes, y más en los últimos 30. Aunque no sobra la aclaración de que esta nación, como lo puede comprobar el lector en algunos textos, ya existía antes del 7 de agosto de 2002.Pero el tema es el otro: ¿por qué tendemos a pensar que vamos a peor? Dice ahí que el Instituto Motivaction encontró que casi nueve de cada diez personas creen que, pese a las evidencias, la pobreza global no ha mejorado en los últimos 20 años. Sí, ¿por qué? Bueno, los expertos dan sus teorías. Yo, nada más que me atrevo a poner las mías. La primera, una tara cultural. Esa que les compramos a los abuelos y que, propongo, enterremos ya. La tal, “todo tiempo pasado fue mejor”. No me parece ¿Qué es lo tan bueno que dejamos atrás y ahora nos hace falta? Respeto, suele decirse ¿Si se respetaba más antes cuando lo que había era obediencia, que rayaba en sumisión, considerada un valor a toda prueba? ¿Había acaso más libertad de expresión? No creo. ¿Se cuidaba más a las minorías? Nada. La historia demuestra cuánto precio se pagaba por ser parte de ellas. Las mujeres tenían más derechos. Mejor, ¿tenían acaso derechos las mujeres?Pero vayamos a lo que más le gusta medir a la gente: ¿qué pasaba antes con la repartición de la torta y qué pasa ahora? Bueno, ahí sigue siendo donde menos cambian las cosas. Es un hecho que siempre habrá menos ricos porque otros ricos se los devoran para pasar a ser más ricos. ¿Fue eso diferente alguna vez? No. Eso y la brecha insondable entre esos pocos y el resto de la humanidad agobiada y doliente. Y no va cambiar, por más que, también como nunca antes, tanta gente viva en democracia como sucede hoy.Por supuesto, este no debería ser más que uno de los tantos asuntos de percepción sobre los que nos topamos a diario. Pero ocurre que hay quienes saben que, bien manejada la cosa (o mejor, perversamente manejada la cosa), se pueden sacar réditos políticos. En otras palabras, de todos esos miedos surgen las propuestas que pretenden volvernos, ahí sí, al pasado. Más exactamente, a cierto tipo de pasados. Como tampoco esta es una lección de optimismo de esas por las que algunos cobran, y caro. No. El mundo, como en el tango de Santos Discépolo, es, y seguirá siendo, una porquería, en el 510 y en el dos mil (y pico) también, pero no tanto como para salir corriendo. Más bien, y para comenzar este 2017, mírelo más por el lado bueno que por el otro. Feliz año. Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

AHORA EN Victor Diusaba Rojas