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Que no se nos olvide

Entre el encierro de tres meses, las noticias que a diario invaden nuestra intimidad y los variados problemas de nuestra sociedad, a veces se nos embolata en la memoria el privilegio de vivir en el hermoso país vallecaucano.

16 de junio de 2020 Por: Vicky Perea García

Entre el encierro de tres meses, las noticias que a diario invaden nuestra intimidad y los variados problemas de nuestra sociedad, a veces se nos embolata en la memoria el privilegio de vivir en el hermoso país vallecaucano.

Pensé en ello cuando leí sobre la inclusión del Santuario de Fauna y Flora de Malpelo en la Lista Verde de Áreas Protegidas y Conservadas del Mundo. Ese paraíso en el profundo océano Pacífico, Patrimonio de la Humanidad, hogar de tiburones, tortugas y mantarrayas, donde anidan doce clases de aves y se encuentra la mayor población de alcatraces de Nazca en todo el planeta, es tan vallecaucano como usted o como yo.
Pero de eso no nos acordamos casi nunca o nunca, ni usted ni yo.

Entonces hice la lista de los lugares maravillosos de nuestro Valle, a los que espero regresar pronto, en un viaje solitario o con escasa compañía, como lo imponen las actuales condiciones.

Me acordé de las yubartas que ya llegan con sus danzas imponentes y ese canto que sin comprenderlo nos dice tanto. Quiero verlas en el Parque Natural Uramba Bahía Málaga, darme un chapuzón en las cascadas de la Sierpe, caminar por las playas de Juanchaco y Ladrilleros, ir a ese mar tan cercano pero que se ve tan lejos cuando estamos en la aparente comodidad de la ciudad.

Y de ese Valle del Pacífico que se siente en tonos azul y verde, regresaré al valle por el que serpentea un río Cauca que se empeña en vivir pese a los intentos permanentes de acabarlo. Recorreré los paisajes de mi niñez y también los de la adultez.

He tenido la fortuna de ir en algún momento de mi vida a cada uno de los 42 municipios que conforman el departamento, tengo una cercanía familiar con Vijes, el pueblo de la cal y, con el perdón de los bugueños, donde me he comido el mejor manjarblanco.

También viví un par de años cerca de Roldanillo y allí me gradúe como bachiller. Por ello siempre me emociono con el Museo Rayo, donde a los 15 años me acerqué por primera vez al arte, y en mis recuerdos pervive la entrevista que le hice para este diario al maestro Omar Rayo por allá en los años 90. Le debo una visita a ese municipio que ahora es ‘Pueblo Mágico’ del Valle, donde la luz del sol brilla de una manera singular y donde siempre recibo el abrazo cálido de gente a la que quiero con el alma.

La boca se me hace agua cuando pienso en el sancocho de Ginebra, que sabe aún mejor si me acompaña mi amiga del alma Anita Saavedra, con quien además espero disfrutar en un año el Festival del Mono Núñez. Gracias a ella, que siempre me obliga a viajar por las vías secundarias, he conocido los más bellos paisajes ginebrinos.

Me faltará tiempo para ir a rezarle al Negrito de Buga, ojalá con Eduardo José Victoria y Gloria Lucía Cifuentes, dos bugueños raizales que llevo en el corazón. Pararé a comprar gelatina de Andalucía, visitaré la colonial capilla del Overo en Bugalagrande, pasaré por La Victoria de camino hacia La Unión y terminaré en Cartago comiendo empanadas de cambray mientras busco alguno de sus bordados.

En el camino me dejaré arrullar por los guaduales de Sevilla, me recostaré bajo la sombra de un samán y visitaré al Ecce Homo en Ricaurte. La reserva natural de Yotoco será una parada obligada y de ahí a observar las aves en la laguna de Sonso. Después regresaré a mis paisajes de Dapa, donde cada mañana me despierta la algarabía de las guacharacas, a la que le sigue el dulce canto de las mirlas.

Se me queda mucho por hacer entre el tintero, como ir por primera vez a las Adoraciones del Niño Dios en Quinamayó y vivir aún más a mi Cali alegre y bella. Pero ya habrá tiempo cuando se reabra la vida en este “paraíso sobre la tierra” que describió hace 220 años Alexander Von Humboldt.

Ojalá a usted como a mí no se nos olvide nunca que vale la pena mirar de nuevo a nuestro Valle, sentirnos orgullosos de él, disfrutar del verde que nos rodea, del azul oscuro de su Pacífico, de ese crisol de razas y culturas que conforman el pueblo vallecaucano, nuestro tesoro más preciado.

Sigue en Twitter @Veperea

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