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Me siento estafada

Primero como caleña y por supuesto como contribuyente me siento estafada, y me imagino que así están la mayoría de caleños que sí le cumplieron a la ciudad con el pago de la valorización destinado a las Megaobras

6 de abril de 2021 Por: Vicky Perea García

Con todas las dudas que se plantearon en su momento por la magnitud de los proyectos que Cali emprendería con las llamadas Megaobras y la evidente falta de planificación para garantizar que todas las 21 se harían en los tiempos y con los costos acordados, fui de los caleños que les dieron su respaldo de la mejor forma que podían hacerlo: pagando la contribución por valorización. Lo hice acogiéndome a los descuentos otorgados por pronto pago y con el gusto de saber que así ayudaba al progreso de mi ciudad.

La historia de lo que ha pasado desde entonces, 2009, es bien conocida: casi 12 años después hay obras terminadas (8), otras a medio camino (10), algunos contratos rescindidos por incumplimiento, sobrecostos y retrasos que han hecho que los proyectos que en principio costarían $960 mil millones hoy no bajen de $1 billón 600 mil millones, deudores que no honraron su obligación (81.860 predios morosos) y una cartera vencida por $227.000 millones más intereses.

Pero lo que más preocupa e indigna es que a estas alturas tres de esas Megaobras sigan embolatadas y que una de ellas en particular, de las más importantes para la ciudad, esté descartada en la práctica: la ampliación de la salida al mar. La estocada final a ese proyecto, que al parecer solo estuvo en los sueños y la mente calenturienta de quien pensó en esas magníficas obras (sí, señoras y señores, nuestro repitente alcalde Ospina) se le dio hace una semana cuando el secretario de Infraestructura, Néstor Martínez, le anunció a este diario que “será descartada definitivamente por la Alcaldía al tratarse de un proyecto que no solo puede superar los $200.000 millones, sino que implicaría altísimos esfuerzos en la compra de predios”.

Así no más, sin dárseles nada, sin guardar ningún respeto por quienes sí le cumplimos a la ciudad con nuestra contribución y, lo más importante, confiamos en la palabra de quienes nos gobiernan. Con esto no digo que la culpa absoluta sea de la primera administración de Jorge Iván Ospina, porque los siguientes alcaldes tampoco se apersonaron del asunto ni realizaron las gestiones pertinentes ni aceptaron trabajar de la mano con la Gobernación del Valle para sacar adelante la ampliación de esa obra, pero es evidente que allí faltó planificación y eso sí es responsabilidad de quien las pensó, las proyectó, hizo lo necesario para que fueran aprobadas y dio el pistoletazo para su inicio.

Primero como caleña y por supuesto como contribuyente me siento estafada, y me imagino que así están la mayoría de caleños que sí le cumplieron a la ciudad con el pago de la valorización destinado a las Megaobras. Eso de por sí ya es grave. Pero lo peor es lo que significa que ya no se haga la ampliación de la salida al mar.

Es el caos que no terminará, es la movilidad que no mejorará, son los accidentes que no se reducirán, es el embotellamiento permanente que les abre las puertas a los delincuentes que se aprovechan de la situación.
Es un sector de la ciudad al que se le niega el progreso y el desarrollo que se merece, una comunidad que, cualesquiera fueran las circunstancias por las que se asentó en esa salida de la ciudad, ya se merece una calidad de vida diferente sin el delirio diario de esa anarquía.

Ojalá este no sea el fin del esfuerzo porque es inaceptable que un mandatario y su administración claudiquen sin dárseles nada, sin respetar a quienes gobiernan. Alcalde Jorge Iván Ospina, búsquese la plata de hacer la obra, de comprar los predios que se necesitan, haga piña como para otros proyectos con la Gobernación del Valle, toque las puertas de la Nación, haga una Asociación Público-Privada, tan de moda, lo que sea, pero cúmplanos.
Sigue en Twitter @Veperea

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