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La tragedia de cada año

Cada año es lo mismo. Llega el invierno y lo primero que se pregunta uno es cuántos muertos y damnificados dejarán esta vez las lluvias en la zona de ladera

23 de marzo de 2021 Por: Vicky Perea García

Cada año es lo mismo. Llega el invierno y lo primero que se pregunta uno es cuántos muertos y damnificados dejarán esta vez las lluvias en la zona de ladera. Lo que ha sucedido en este 2021 es, tristemente, la continuidad de un problema que lleva casi un siglo gestándose y al que no ha habido forma ni recursos para darle solución.

Claro, a toda la ciudad la afectan los aguaceros fuertes que inundan calles, desbordan canales y ríos o tumban árboles. Basta ver la magnitud de lo sucedido el viernes y que se repitió este lunes debido a unos temporales pocas veces vistos por estos lares, para saber que Cali entera está bajo riesgo.

Pero es que las peores tragedias siempre tienen el sello de Siloé o de Alto Nápoles. Esos barrios tan caleños como el que más, sufren las consecuencias de cien años de permisividad e indolencia de las sucesivas administraciones municipales, desde cuando en los años 20 del siglo pasado comenzaron a llegar familias mineras de diferentes lugares del país para trabajar en los socavones de las lomas que custodian la ciudad.
Lo que en principio no debió generar mayor preocupación, se convirtió con el paso del tiempo en un asunto inmanejable, alimentado por oleadas cíclicas de inmigrantes que llegan a Cali huyendo de la violencia o en busca de oportunidades.

Y como en lo plano quedó muy poco espacio -luego de que entre los años 70 y 80 el oriente caleño sufriera la mayor invasión y se convirtiera en esa otra ciudad de un millón de habitantes a la que se hizo necesario destinar la mayoría de los recursos públicos para atender la demanda social y de servicios-, la ladera siguió siendo el sitio disponible para darles así fuera un techo de hojalata a los hijos.

Son esas casas construidas sobre la nada, a lo largo de callejones de tierra improvisados, donde los servicios públicos son pirateados y de ahí la maraña de cables y de mangueras que gotean todo el tiempo socavando aún más la endeble tierra, las que terminan arrasadas por las avalanchas. Y son esas personas que sobreviven a diario en medio de tantos riesgos, las que son sepultadas bajo el lodo en el invierno, como les sucedió a Jackeline Sandoval y a su hijita Sara Michelle de 4 años el pasado 11 de marzo.

Cuando esas tragedias se presentan, comienzan los golpes de pecho. El alcalde de turno se compromete a darles solución a los problemas que aquejan a la zona de ladera y a garantizarles una vida diga a esos 110.000 caleños que, según las cifras oficiales, malviven en el sector. Así, invierno tras invierno.

“Hay que desarrollar un programa macroestructural en Siloé”, algo así como el jarillón del río Cauca, dice el actual mandatario, quien calcula que las obras podrían costar $500.000 millones. Como si fuera sencillo meterles a unos barrios levantados en la montaña y cimentados sobre lo que hasta hace unos 50 años fueron socavones mineros, los refuerzos que se necesitan para evitar que los aludes provocados por las lluvias arrasen todo a su paso.

La otra solución, la de reubicar a esas familias, pareciera igual de imposible. ¿Para dónde se llevan? ¿Cuánto cuesta trasladarlas y darles una vivienda digna? ¿Están dispuestas a irse?

Ojalá solo fueran los $500.000 millones de los que habla el Alcalde, que a propósito son un poco menos del monto por el que el Concejo autorizó a la ciudad a endeudarse aún sin saber en qué se usarían esos recursos. Pero calculo que para darle solución se necesitaría empeñar de nuevo, como sucedió cuando el Distrito de Aguablanca, las finanzas de la ciudad por décadas.

Por ahora lo que nos toca a los caleños es ser solidarios con los damnificados del actual invierno, rezar para que si dura tres meses más, como se calcula, no ocasione tantos daños y pedirles a ésta y a las siguientes administraciones locales que en vez de despilfarrar los recursos públicos o permitir la feria de la corrupción con el erario, empiecen a invertir lo que sea necesario para acabar con las tragedias que enlutan en cada invierno a quienes habitan en las laderas caleñas.
Sigue en Twitter @Veperea

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