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¡Qué abandono!

¿Cuántos diálogos entre amigos entrañables se han roto? ¿cuántos desencuentros en las familias? Indispensable la reflexión, la compasión y la autocrítica. Lo que hemos sido y hemos dejado de hacer.

1 de junio de 2021 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

Que el presidente Duque haya estado en Cali, como estuvo este fin de semana, es una noticia alentadora. Lo inexplicable es que no haya ido antes de la manera en la que fue ahora. Un mes después, cuando los caleños hemos visto semejante anarquía, semejante dolor y semejante impacto en la economía del Valle del Cauca, es mucho tiempo y la sensación de abandono se hace inevitable.

Con justa razón tantos sentimos que a Cali el Gobierno Nacional la dejó tirada en la peor crisis social que haya vivido. Sí, durante este mes han estado los generales Zapateiro y Vargas, uno que otro ministro y muchos funcionarios, pero el presidente es el presidente. Permitir que Cali haya llegado a los niveles de inseguridad a los que llegó sin un diálogo tangible entre los centenares de muchachos que con justa razón se han manifestado, sin procesos judiciales serios contra los abusos policiales y contra esa violencia tan abrumadora de las calles; sin control sobre el espacio público y con esa permisividad tan inexplicable con los que montaron retenes por toda la ciudad, es rarísimo e injustificable.

Llegó el presidente con la militarización bajo la manga. Pero el reto a estas alturas es mucho más que la seguridad. Es la conciliación. En Cali estalló un descontento social en el que todos tienen algo de razón: los que protestan, los que se sienten inseguros, los vulnerados, los desde siempre ignorados, los que ahora estamos viendo. Y en un mes la ciudad se desmoronó entre los gritos apabullantes de una violencia que estuvo allí, latente por años, escondida, y que ahora, nadie sabe cómo vamos a controlar, suavizar y sanar. Ese es el reto. Hay demasiado fastidio, demasiado odio desde todo lado. ¿Cómo vamos a hacer para volver a bailar salsa y a sonreír sobre una baldosa en la que quepamos todos?

¿Cuántos diálogos entre amigos entrañables se han roto? ¿cuántos desencuentros en las familias? Indispensable la reflexión, la compasión y la autocrítica. Lo que hemos sido y hemos dejado de hacer. A propósito, me dio mucho gusto escuchar a Joaquín Lozada en Blu Radio con su voz sensata, mesurada, inteligente, conciliadora y propositiva, hablando de diálogo con los jóvenes manifestantes y especialmente, reflexionando sobre lo que somos y proponiendo la creación de empleos y oportunidades para los pelados y peladas que reclaman a gritos, encapuchados y oliendo a llanta quemada. Por ahí es la cosa.

Sigue en Twitter @vanedelatorre