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Me emociona el Festival Petronio Álvarez que inicia esta semana: seis días de cultura pacífica: Valle, Chocó y Cauca presentes.

14 de agosto de 2018 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

En mi casa siempre estaban Audina, Zoila y Dominga. Comíamos la caña de azúcar que traía Audi de La Tola, el pescado seco que llegaba desde Guapi y la piangüa que con maestría cocinaba mi papá sobre una base de ajo, tomate, cebolla y leche de coco.

La caña de Audi era deliciosa. Se derretía en la boca y sabía distinto a todas las demás. Con el tiempo entendí que no venía de un sembrado kilométrico sino del patio de una casa entre el mar y el río, en el que generación tras generación, lo habían cultivado para endulzar el alma, como endulzó la mía.

Audi, Zoila y Dominga, treinta o cuarenta años después, siguen siendo parte de mi familia. Pasamos vacaciones y navidades juntas, tomamos aguardiente, ya no a escondidas, sino al son de una buena salsa. Cocinamos mientras me cuentan historias de sus tíos, abuelos, primos y amigos, ya envejecidos, sobrevivientes en esa región poderosa y averiada.

Jamás olvidaré que cuando mi padre murió, el gran Hugo Candelario le llevó serenata. Mi papá muerto entró a un espantoso horno crematorio rodeado de la colonia guapireña, mientras las cantoras de Hugo y su marimba entonaban “orri orra, Alejandro ya se va...”. Los mismos ronrroneos con los que crecí, despidieron a mi papá. Y desde entonces amé aún más el folclor del Pacífico.

A mis hijas y a mi esposo los llevo siempre que puedo a Buenaventura. Ya aquí les he hablado de las ballenas, la selva, los manglares y La Barra, la playa perdida, dueña de algunos de los paisajes más hermosos que he visto.

Por todo esto y mucho más que me alcanzaría para 100 columnas, me emociona el Festival Petronio Álvarez que inicia esta semana: seis días de cultura pacífica: Valle, Chocó y Cauca presentes.

61 cocineras de 200 que participaron en la convocatoria, 35 maestros de bebidas ancestrales, 44 agrupaciones de 138 inscritas; Petronito para los niños, marimbas de Baudilio; el maravilloso Yuri Buenaventura y todo el folclor riquísimo de una región dolida, afectada por la violencia pero sobreviviente del desdén de un Estado que ha sido incapaz de abrazarla y valorar la riqueza que guarda y que tendremos el placer de disfrutar esta semana en el gran Petronio Álvarez.

Al Pacífico siempre hay que ir. No se vuelve a ser el mismo tras sumergirse en sus aguas. No se olvidan sus atardeceres, su música, su sabor. Quedan todos invitados a vivir esta semana memorable y a perderse en las delicias de nuestra región, para volverse a encontrar.