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Menos mal el Papa no va a Cali

El Papa Francisco tiene 80 años, toma vino, oye tango, critica el capitalismo salvaje, perdona a los divorciados, pregunta quién es él para criticar a los gay.

13 de marzo de 2017 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

El Papa Francisco tiene 80 años, toma vino, oye tango, critica el capitalismo salvaje, perdona a los divorciados, pregunta quién es él para criticar a los gay. Es una especie de conciencia moral en un mundo caótico acostumbrado a que los líderes religiosos se escondan en la superioridad de sus sotanas y poco hablen de temas polémicos.

Francisco ha sido bien distinto. Se ofreció como voluntario para mediar en la situación de Venezuela y los presos políticos de Nicolás Maduro. Sentó a Álvaro Uribe y a Juan Manuel Santos, los hombres más poderosos de Colombia, en su escritorio, frente a frente, como un rector de colegio regañando a dos alumnos necios. Les dijo y les reiteró la importancia del proceso de paz en nuestro país. Y ni qué decir de lo que hizo para lograr la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

Y ahora, viene a Colombia. Del 6 al 10 de septiembre visitará Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena. No va a Cali. ¡Qué lástima! Todavía recuerdo la engalanada de nuestra ciudad para la visita de Juan Pablo II en 1986 cuando la ciudad cumplía aquellos memorables 450 años que celebró con bombos, platillos y Papa. Mi mamá -divina como las mamás emocionadas- me puso un vestidito de aquellos y lloré porque no pude abrazar al Papa. Esta vez, el Jerarca número 266 de la Iglesia Católica no va a Cali. Y, pensándolo bien, hasta mejor. Qué tal el Papa pisando la Arquidiócesis de Cali. ¿Cómo explicaría monseñor Darío Monsalve al Santo Padre, el haber sido tan condescendiente con el abuso de cuatro niños a manos de uno de sus sacerdotes? ¿Qué le diría sobre el abogado de su Arquidiócesis, Walter Collazos, quien le echó la culpa a los padres de los niños abusados por no cuidarlos lo suficiente? ¿Qué explicación daría al Papa sobre el escueto y tardío comunicado que envió a finales del mes anterior, diciendo a regañadientes que su compromiso es de “cero tolerancia” ante los abusos contra menores de edad? Tardío porque fueron muchos los días que pasaron entre las abominables declaraciones del abogado Collazos y las disculpas a medias del sacerdote.

Tardío porque no lo hemos visto realmente afligido, empujando la remuneración económica que piden las familias de los niños violentados. Tardío porque, es cierto, el catolicismo proclama el perdón para todos, faltaba más que al sacerdote lo eximieran, pero sus disculpas no fueron contundentes, fueron demoradas, más bien presionadas por tantas críticas en los medios y dejaron el sinsabor de un líder religioso que no fue capaz de pararse en la raya para defender a los niños. Por el contrario, dejó la repugnante sensación de que los niños están solos y que como son pobres, si alguien abusa de ellos, no importa, nadie los defiende, ni siquiera el cura del pueblo.

Así las cosas, que el Papa Francisco, tan sensato, tan equilibrado, no vaya a Cali es una lástima, claro. Se quedarán varios niños con ganas de abrazarlo y la ciudad con tremenda melancolía al ver cómo llega a otros lugares y no al nuestro. Pero le evita a la Iglesia Católica colombiana una explicación imposible del arzobispado caleño. ¿O será que la pidieron y por eso nos tacharon de la lista?