El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Me dio covid

Es horrible tener covid porque es una enfermedad silenciosa y uno no sabe con certeza ni cuándo comenzó ni cómo va a terminar.

25 de enero de 2021 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

Una mañana me desperté con una sensación extraña en la nariz: como un frío profundo más allá de las fosas nasales. Adentro, muy adentro. Y con un oído tapado. Esa noche había dormido con aire acondicionado porque estábamos en un lugar de clima caliente. No me gusta el aire acondicionado. Me altera la voz. Pero como no duermo sola y hacía tanto calor, decidimos prenderlo.

Me pasé, entonces, dos o tres días adjudicando la molestia nasal al aire hasta que pensé que, tal vez, tenía covid. Mis cercanos me decían que exageraba, que dejara la paranoia, que me calmara. Ok, me calmo, pero tal vez tengo covid, dije y repetí. Y me puse el tapabocas y me alejé.

Me hice una primera prueba y salió negativa. Pero seguí encerrada. Paranoica, me decían. Estaba convencida de que algo raro me ocurría.

Ahora que lo pienso con calma, durante esos días tuve algún malestar estomacal, cierto sabor a metal en la boca, incomodidad en los ojos, piquiña, me pesaban. ¿Mocos? Sí. Aguados y muchos. Y cansancio. Y ganas de dormir todo el tiempo.

De repente me di cuenta de que no tenía olfato. Abrí un perfume y olía a nada. A absolutamente nada. Ni me olía el alcohol, ni el café ni el clorox. El fin del mundo. Me encerré -aún más- y comencé el tratamiento que mis amigos médicos, los más generosos y especiales del mundo: Marco Martínez, Jimena Núñez, Eduardo Balciera y Santiago Rojas, me recomendaron. Medicinas para evitar que la situación se agravara. Y empezó una batalla angustiante contra el malestar. La conciencia de que el cuerpo está luchando contra un virus que nos arrinconó a todos.

Nunca estuve mal pero siempre estuve cansada. A veces triste, a veces sonriente, a veces de mal genio, con hambre, con sed, y siempre, todo el tiempo, muy asustada. Y descoordinada: se me olvidaba lo que estaba leyendo y era incapaz de hacer dos cosas al mismo tiempo. Ese es otro efecto del covid: uno no se puede concentrar. No puede seguir una conversación, se le olvida lo que está hablando, lo que está leyendo.

Es horrible tener covid porque es una enfermedad silenciosa y uno no sabe con certeza ni cuándo comenzó ni cómo va a terminar. Mis hijas y mi esposo se hicieron tres pruebas y salieron siempre negativos. Mi mamá también. Y ese es mi consuelo: sentir que mi obsesión por cuidar a los demás terminó bien. El mensaje: hay que ponerse tapabocas y punto. Hay que encerrarse al primer temor. He sido bastante precavida durante la pandemia y parecía imposible que me contagiara. Pero a todos nos puede pasar. Toca cuidarnos y cuidar a los demás. Llevo 20 días sin olfato pero respiro un alivio infinito porque tal vez, por mis cuidados, evité un episodio mayor.

Sigue en Twitter @vanedelatorre