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La importancia de la continuidad

Qué tristeza tan grande la liquidación de La 14, el mejor surtido y a los mejores precios. Muy triste que semejante empresa familiar se haya desvanecido entre las decisiones desacertadas de los herederos de Jaime Cardona, las exigencias del mercado contemporáneo

20 de septiembre de 2021 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

El embajador de Nicaragua en La Haya se llama Carlos Argüello. Lo nombró Daniel Ortega cuando ganó sus primeras elecciones hace 36 años. Desde entonces se ha dedicado, con todo lo que la diplomacia implica y permite, a hacer lo que sea posible para ganarle los litigios a Colombia ante este, el tribunal de justicia internacional entre estados más importante sobre el planeta. Argüello conoce todo de la Corte Internacional de Justicia, pero conoce, especialmente, las flaquezas de Colombia que nos han llevado hasta donde estamos ahora: en un nuevo enfrentamiento pedido por Nicaragua, argumentando que no hemos cumplido el fallo que en el 2012 despojó a Colombia de 75.000 kilómetros de mar en el Caribe.

Lo que viene, lo veremos en las semanas siguientes. Pero me quiero quedar con las reflexiones de la continuidad, de la importancia de hacer, permanecer y seguir. Fiscalizar. No todo es tan importante como para que requiera atención inmediata, pero todo lo importante amerita continuidad. En el caso de Colombia, una Cancillería constante, capaz de revisar y permanecer en los litigios realmente fundamentales, como el de La Haya. No por dos ni tres años. Por siempre. Como Nicaragua.

Colombia está en manos de un equipo jurídico compuesto por tres colombianos, dos franceses, igual número estadounidenses y un británico. A la cabeza está el exprocurador Carlos Gustavo Arrieta, quien también fue embajador en La Haya pero sólo por dos años y en la década de los 90. Los demás son académicos y juristas de reputadas facultades. Sin embargo, no es claro si sea suficiente para ganarle el pulso a la experiencia que lleva cultivando Argüello por años.

Bajo este panorama se encuentra el litigio. Y es inevitable llegar a dos conclusiones. La primera, como dice el adagio, 'más sabe el diablo por viejo que por diablo'. Eso es lo que sucede con la pericia de la diplomacia nicaragüense y que adolece Colombia. Segundo, al igual que sucede con muchas otras regiones del país, San Andrés y Providencia tienen que ser parte de un proyecto de país serio y no solo llamar la atención de los gobernantes cuando ocurren tragedias -como el huracán Iota- o gobiernos extranjeros quieran reclamar derechos sobre ella.

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Posdata: Qué tristeza tan grande la liquidación de La 14, el mejor surtido y a los mejores precios. Muy triste que semejante empresa familiar se haya desvanecido entre las decisiones desacertadas de los herederos de Jaime Cardona, las exigencias del mercado contemporáneo y las vanidades del poder y el dinero. Dudo que algún caleño esté exento de recuerdos en sus corredores, comiendo sus papas Calima y Primavera.
Pero, además, qué sensación tan triste de abandono la que nos queda.
¿Será que a Olímpica, Carulla o el Éxito los dejarían acabar así de fácil?
Sigue en Twitter @vanedelatorre