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La boca roja

En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, mientras los países aliados batallaban a sangre, sudor y lágrimas, el primer ministro británico Winston Churchill, le dio un estatus inédito al pinta labios rojo.

20 de abril de 2020 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, mientras los países aliados batallaban a sangre, sudor y lágrimas, el primer ministro británico Winston Churchill, le dio un estatus inédito al pinta labios rojo: lo declaró artículo de primera necesidad. Según el hombre que fue fundamental en que la humanidad se salvara de la infamia nazi, con la boca pintada de rojo las mujeres de entonces se sentían más poderosas. Subían la moral de una Inglaterra deprimida y bombardeada, y ese ímpetu repercutía positivamente en las voluntades de las tropas. ‘Beauty it’s your duty’, la belleza es tu deber, tituló entonces la revista Vogue en una portada en la que una guapa vestida de militar empuñaba un labial rojo. Sin perdernos en críticas sexistas, el mensaje fue y sigue siendo poderosísimo. Sentirse bien se volvió un arma de guerra en 1941 que hoy, casi 80 años después, sigue vigente.

Son días complicados. Sabíamos convivir con desazón y miedo. Con lutos y tristezas. Pero no con el riesgo en el que se volvieron los espacios que habíamos apropiado desde siempre. Ir a la esquina es enfrentarse a un impredecible campo de batalla. Suenan helicópteros en las noches recordándonos que permanezcamos en casa y mueren personas que nunca han salido del país, por un virus traído del otro lado del mundo. Durísimo. Y yo también tengo ese miedo que todos tenemos. Yo también quiero mi vida de antes. Yo también siento que se van a acabar los ventiladores y que si me enfermo tal vez no haya uno para mí. Luego pienso en que soy madre de dos niñas y que por eso me darían uno. Me cuidarían, supongo. He sido, además, relativamente saludable. Como frutas y verduras todos los días. Hago estiramientos en las mañanas y no fumo desde mi primer embarazo, hace siete años. Mi cuerpo respondería bien, pienso. Pero no puedo evitar creer que es posible que esté equivocada y que todo se vuelva peor de lo presupuestado. Quisiera dormirme y despertarme cuando esto haya pasado.

Pero eso no va a ocurrir. No nos vamos a dormir y a despertar cuando la vacuna esté lista. Entonces nos toca seguir poniéndole la vida y la sensatez a esta nueva cotidianidad porque el ser humano es una especie que ha sobrevivido gracias a la capacidad de adaptación a los cambios del planeta. Es momento de recordarlo. Y de recordar, también, que el estado de ánimo es clave para continuar cuando el mundo se desbarata alrededor.

No pararse de la cama no es ahora una opción porque tenemos hijos y padres. Y aunque no podemos, como las mujeres de 1941, pintarnos los labios porque se mancha el tapabocas, el rojo es una actitud de la mente y del corazón. Un estado del alma que toca inyectarle a este país asustado y a este mundo desencajado. Mantengámonos en casa y volvamos la sonrisa y el ánimo artículos de primera necesidad y deberes ciudadanos, para poder y para seguir. Para que cuando esto pase -porque también va a pasar- hayan sido menos los lutos y sea más el orgullo de haber sido buenos ciudadanos y buenas personas.

Sigue en Twitter @vanedelatorre