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¿Hogares óptimos?

Mi amiga Lucía esperó varios años hasta que -por fin- le entregaron...

20 de diciembre de 2016 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

Mi amiga Lucía esperó varios años hasta que -por fin- le entregaron en adopción a una niña. Tenía seis meses. Recuerdo perfectamente el día que la bebé llegó. Lucía no paraba de llorar de alegría. En realidad, todos llorábamos.Nos reunimos en su casa para celebrar, era una dicha tremenda.Lucía tenía cuarenta y tantos años y había tardado media vida en tomar la difícil decisión de ser madre soltera. Su vida cambió. Se llenó de esa magia que sólo entendemos las mamás. Adaptó su cotidianidad en torno a la pequeña. Incluso, un día renunció a su trabajo como periodista y decidió que quería algo que le permitiera estar más tiempo con su hija.Entonces consiguió un buen trabajo fuera de Colombia. Las visité el año pasado. Formaron una familia absolutamente hermosa con la abuela siempre presente y las constantes visitas de los tíos y, nosotros, los amigos, que también nos volvimos parte de la familia. La niña hoy en día es casi adolescente, maravillosa, pila, avispada, cariñosa, juiciosa, amorosa. Es todo lo que uno quisiera de un hijo.Pero Lucía no es la única de mis amigas solteras que adoptaron por esa época, hace ya más de una década. Tengo varias más e, incluso, un amigo que adoptó a un niño con su pareja gay. Con el tiempo esa relación se acabó. El niño se quedó con mi amigo y, también, hoy en día, son una familia extraordinaria.Si criar hijos con marido es difícil, no me imagino cómo será hacerlo solo. La vida diaria es compleja, llena de retos y decepciones y uno tiene que recoger todas las noches los pedacitos del corazón para poderlo tener entero a la mañana siguiente. De mi amiga Lucía he aprendido muchas cosas en la vida, pero sobretodo que difícilmente hay mayor gesto de amor que la adopción: entregarle el alma a un niño desamparado. Conocerlo. Amarlo. Dar la vida, como se da por los hijos. Es un gesto de amor absoluto.Y ahora que veo la terquedad con que la senadora Vivianne Morales avanza con su absurdo referendo para prohibir en Colombia la adopción a personas solteras y gays, no puedo creer que la sociedad colombiana, siquiera lo considere. Los derechos de las minorías, por simple lógica de la igualdad aquí y en cualquier lugar del mundo, no se someten a votación popular. Los Estados tienen la obligación de brindar igualdad de derechos a todos, sin importar su etnia, género, estado civil o preferencia sexual. }El referendo es absurdo desde dónde se le mire. Le niega la posibilidad a tantas Lucías que hay de ser madres y a tantos niños esperando un hogar, de tenerlo. Y porque define como hogar óptimo aquel conformado exclusivamente por un hombre y una mujer sin importar cómo sean ese hombre y esa mujer. Hogar óptimo como aquel del que salió el asesino de Yuliana, por ejemplo. Y si el de mi amiga Lucía no es óptimo, entonces, ¿qué es?