El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Elecciones

Esta noche cuando comience el conteo de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, hay que tener en cuenta un número mágico: 270.

2 de noviembre de 2020 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

Esta noche cuando comience el conteo de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, hay que tener en cuenta un número mágico: 270. Eso es la mitad más uno de los 538 electores que tiene el país que son los que decidirán quién es el nuevo Presidente.

Es un sistema complejo que se inventaron hace dos siglos los llamados ‘Founding Fathers’, padres fundadores de ese país. El objetivo del sistema era maravilloso: no querían que las campañas se concentraran en los Estados más populosos sino en todo el territorio nacional. Que los granjeros de Montana tuvieran la misma importancia que los banqueros de Wall Street. Lo que ocurre es que dos siglos después y cuando hemos visto candidatos ganando a pesar de haber perdido en número de votos -como Trump- la cosa ya no suena bonita. Para muchos es un sistema envejecido que perdió sentido.

Hay Estados predecibles donde siempre ganan republicanos o demócratas. Hay otros que cambian cada cuatro años. Por eso, las campañas se enfocan en esos lugares impredecibles: Florida, Pensilvania, Arizona, Carolina del Norte, Ohio, Georgia que este año se volvió cambiante; y Wisconsin y Michigan que aparentemente votarán demócrata. Trump necesita la Florida para ganar y Biden puede ganar sin la Florida. Es la joya de la corona. La que ha definido las elecciones en los últimos tiempos. Y donde hay tres minorías poderosas: cubanos, puertorriqueños y colombianos. Por eso es tan importante el voto latino.
Porque hay 32 millones habilitados para votar, de los cuales miles son colombianos en la Florida. Es decir: si uno es latino en California no cuenta tanto, porque allá ganan siempre los demócratas. El chiste es hacer parte de los que cambian la balanza. Los de la Florida o Arizona, por ejemplo.

¿Qué está en juego? Los titulares hablan de las elecciones más importantes en tiempos recientes. Hace 4 años cuando Trump ganó, el mundo se estremeció. Y se pensaba que en ese cargo se iba a moderar.
Todo lo contrario. Instauró una política de agresiones a las instituciones, a la libertad de prensa, a los medios de comunicación, a las minorías étnicas. La ley de la soberbia y las mentiras. Y aún así, puede volver a ganar. ¿Por qué? Porque la gente está cansada de la política tradicional y porque Trump con su estilo vigoroso y frentero representa a millones de estadounidenses a los que nunca nadie se les acercó a preguntarles cómo les va.

Lo complejo de estas elecciones es que por más que tengamos a China y a Rusia, a Francia, Alemania e Inglaterra, Estados Unidos sigue siendo el país más decisivo del mundo y una reelección de Trump sería la confirmación de un tipo de Estado que no necesariamente conversa con los principios democráticos de una nación que se catapultó desde hace años como el lugar en el que todos tienen los mismos derechos y donde el sueño de los inmigrantes, como los padres y abuelos de Trump que llegaron de Escocia y Alemania, es posible. Las paradojas de la vida. Y de la política que, para bien o para mal, siempre sorprende.

Sigue en Twitter @vanedelatorre