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De amores y guerras

A finales de 2016, conocí en los Montes de María a una mujer enamorada de un muchacho que siendo miembro de las AUC, había llegado con sus compañeros criminales al pueblo de ella.

23 de septiembre de 2019 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

A finales de 2016, conocí en los Montes de María a una mujer enamorada de un muchacho que siendo miembro de las AUC, había llegado con sus compañeros criminales al pueblo de ella. Causaron desplazamientos, terror y muchas lágrimas. Ella, acostumbrada ya a huir con su familia, se marchó una vez más. Dejó la vida en ese lugar, como ya la había dejado antes en otros lugares.

Se instaló en una nueva vereda a la que meses después llegó el mismo muchacho de las AUC. Esa vez, fue solo. Huía despavorido por las montañas colombianas. Ella le abrió la puerta y lo escondió debajo de su cama. El temor del muchacho -otrora tan despiadado- se fue volviendo ternura y al cabo de los días le dijo a ella que no quería marcharse de su lado.

Hoy viven juntos. Tienen un hijo y una historia de amor construida a pesar del horror, que fue la antesala de una investigación que tres años después me llevó a publicar ‘Historias de Amor en Campos de Guerra’, mi primer libro. Mi bálsamo. El alivio que me ha permitido volver a dormir, al menos temporalmente, con cierta pausa por haber podido contar, por fin, algo de tanto que he sentido en esta triste guerra colombiana.

Las balas son la derrota de la inteligencia. La degradación del ser humano. La brutalidad en su máximo esplendor. El egoísmo. La negación de la vida del otro. Desear que alguien más no exista; anularlo, acabarlo. Es la miseria. Pero aún en esa profunda miseria, el ser humano se las arregla para sobrevivir. Y ese principio de supervivencia ligado al amor, es lo que quiero rescatar de esta guerra tan cruel. Porque el amor es tan poderoso, que incluso sobrevive en la guerra.

Después de la historia de la mujer en los Montes de María fui hilando otras historias de otras mujeres que también se enamoraron y también escondieron o se escondieron de la guerra, arropadas con el cuerpo de sus amores, tantas veces prohibidos. Me fueron sorprendiendo con sus relatos hasta el punto de llevarme a publicarlos.

Colombia lleva seis décadas, seis, entre balas de fusil y metralla. Los verdes infinitos de nuestras montañas guardan las esquirlas de una violencia despiadada donde guerrilleros, paramilitares y, a veces, representantes del Estado que perdieron la sensatez, han sobrepasado por igual todos los límites de la cordura y la humanidad.

A pesar de esas dolencias, el nuestro es un país lleno de gente magnífica que se reinventa y sobrevive. De mujeres que aman y perdonan. De hombres que han sido capaces de parar de matar para soñar. De ellos y de todo eso, se tratan mis historias de amor. Escritas con la esperanza -lo digo y lo repito- de que mis hijas, mis sobrinas y todos los que vienen, conozcan lo que ustedes y yo hemos vivido, pero lo hagan a través de relatos y no de noticias de última hora.

Sigue en Twitter @vanedelatorre